Cartas al director

IGNORANTIA JURIS NON EXCUSAT

 “Mis hijos son míos y no va a venir un burócrata, un socialista o un comunista a decirme cómo tengo que educarlos”  (Pablo Casado, Master Harvard-Aravaca, 19.01.2020 en Murcia).

n  n  n Un maestro, en puridad, no es un burócrata. Puede, eso sí, sentir simpatía por una ideología política concreta. Ahora bien, es el centro educativo al que pertenece el que marca las pautas pedagógicas. Es lo que en román paladino se conoce como “autonomía pedagógica de los centros”. Debería saber este político avezado en la disciplina del Derecho, que dicha autonomía está recogida en la Ley Orgánica de la Educación (LOE), arts. 6 bis y 120, disposición adicional cuarta, en redacción de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa 8/2013 de 9 de diciembre. Ley última aprobada solamente con los votos del Partido Popular.
Si el señor Casado no está de acuerdo con el sistema pedagógico empleado en el centro educativo, público por supuesto, al que acuden sus hijos, puede optar por otro centro más cercano a su ideología en que los adoctrinen. Y a ser posible no concertado, pagado de su propio bolsillo. No necesitará otorgar el veto parental. Un veto de por sí inconstitucional y contrario a las leyes orgánicas que la desarrollan en materia educativa. No voy a entrar en un debate estéril supletorio de cuando no se tienen argumentos para una oposición parlamentaria, en pleno siglo XXI. Nuestros hijos  no son, como no lo fueron siempre, correas de transmisión de nuestra visión de la realidad. Conforman una nueva generación. Es su generación. Es ley de vida; es el anhelo de ésta por reproducirse. No son un bien patrimonial nuestro. “Nadie se baña dos veces en el mismo río”, sentenciaba Heráclito de Éfeso.
Esta identificación legataria padre-hijo del señor Casado, me trae a la memoria una anécdota que le acaeciera al ilustre Valle Inclán en Madrid. Sabido era su antagonismo con Echegaray. Un día dando una conferencia sobre este escritor, Valle Inclán llegó a afirmar: “Ese don José está obsesionado por la infidelidad matrimonial. Sus obras son autobiografías de un marido engañado”. De pronto, un joven se levantó y le mandó callar: “Cállese. No tiene usted derecho a hablar así”. A lo que le respondió el escritor: “¿Y quién es usted para mandarme callar?”. “Soy el hijo de Echegaray” dijo el joven. La réplica de Valle Inclán no se hizo esperar: “¿Está usted seguro, joven?”.  Y es que madre conocida, solo hay una.
Anécdotas indiscretas o inapropiadas aparte, yo les recomiendo a los partidarios del llamado “veto parental”, la lectura del poema “Los niños” escrito por Khalil Gibrán en su obra “El Profeta” (1923). Escritor que batió record de ventas con dicha obra en EEUU. Nada dogmático: “Ustedes son mis hermanos y los amo. Los amo cuando postran en sus mezquitas, se arrodillan en sus iglesias y oran en sus sinagogas. Ustedes y yo somos hijos de una sola fe: el Espíritu”.