Cartas al director

Benedicto XVI, peregrino

Amig@, el 28 de febrero hace 8 años que se despedía el Papa Benedicto XVI con unas palabras que bien merece la pena recordar hoy: “…Ya no soy Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Todavía lo seré hasta las ocho de esta tarde, después ya no. Soy simplemente un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra. Pero quisiera trabajar todavía con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, por el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad. Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. Caminemos junto al Señor por el bien de la Iglesia y del mundo”. 

Y cuando estamos iniciando el Año Santo Jacobeo, bien está que pasemos por nuestro corazón algunas de las palabras que nos dirigió Benedicto XVI en Santiago de Compostela el día 6 de noviembre de 2010: “Peregrinar no es simplemente visitar un lugar cualquiera para admirar sus tesoros de naturaleza, arte o historia. Peregrinar significa, más bien, salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios allí donde Él se ha manifestado, allí donde la gracia divina se ha mostrado con particular esplendor y ha producido abundantes frutos de conversión...”.

En la Jornada Mundial de la juventud del 20 de agosto de 2005, ante casi un millón de jóvenes peregrinos de distintos países del mundo, Benedicto XVI decía: “…Mediante la muchedumbre de los santos –conocidos o desconocidos- el Señor nos ha abierto a lo largo de la historia el Evangelio… En sus vidas se revela la riqueza del Evangelio. Ellos son la estela luminosa que Dios ha dejado en el transcurso de la historia… Ellos nos indican la vía para ser felices y nos muestran cómo se consigue ser personas verdaderamente humanas”.

Amig@, el Papa emérito, con sus 93 años, se siente apoyado por nuestra simpatía, en su peregrinar los últimos peldaños. Él nos recuerda que peregrinar significa salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios, para anunciar la medicina del Evangelio. Él nos enseña que los santos nos indican la vía para ser felices. “Pensar es agradecer”, decía Martin Heidegger. Porque pensamos, somos agradecidos con Benedicto XVI, que nos invitó a pensar. Ultreia et Suseia (ánimo, hacia adelante, y hacia lo alto), como exclaman los peregrinos.