Cartas al director

Un nuevo abrazo entre jóvenes y ancianos

Amig@: ¡Feliz Pascua de Resurrección! Una persona amiga me escribió hace unos días: “No es lo que llevas en los bolsillos lo que te hace valioso, sino lo que dejas en el corazón de los demás”. Juan María Laboa, doctor en Historia de la Iglesia, acaba de publicar “Integrismo e intolerancia en la Iglesia”. En este libro lamenta que los integristas españoles rechazaron a León XIII, tuvieron reticencias hacia Juan XXIII, no han aceptado a Pablo VI y se oponen a Francisco. “Es muy fuerte -escribe- que una parte del catolicismo español haya puesto verdes a cuatro de los últimos papas”. 

Tú y yo no somos integristas, que ponen verde a Francisco. Por eso, en el “Año de la Familia”, en una sociedad ourensana envejecida, y cuando el tema de la eutanasia es de actualidad en España, pienso que es oportuno recordary hacer nuestro el número 191 de la Exhortación Apostólica “Amoris laetitia” (La alegría del amor) del papa Francisco, que transcribo a continuación. 

“No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones (Salmo 71, 9). Es el clamor del anciano que teme el olvido y el desprecio. Así como Dios nos invita a ser sus instrumentos para escuchar la súplica de los pobres, también espera que escuchemos el grito de los ancianos. Esto interpela a las familias y a las comunidades, porque la Iglesia no puede, no quiere conformarse a una mentalidad de intolerancia, y mucho menos de indiferencia y desprecio, respecto a la vejez. Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de hospitalidad, que hagan sentir al anciano parte viva de su comunidad. Los ancianos son hombres y mujeres, padres y madres que estuvieron antes que nosotros en el mismo camino, en nuestra misma casa, en nuestra diaria batalla por una vida digna. Por eso, cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos”. 

Amig@, tú y yo, seguidores del papa Francisco, con la alegría desbordante del tiempo de Pascua, continuamos dando pasos para lograr un abrazo entre los jóvenes y los ancianos, en nuestra casa, en nuestra Iglesia y en nuestro mundo. ¡Feliz Pascua de Resurrección!