Cartas al director

“… Y destiló las palabras”

Amigo, amiga: Pensando en Francisco de Sales cantó el poeta: “Su voluntad decidida/ acabó en mano artesana/ para cincelar la imagen/ del hombre más dulce y mansa. / Arrodilló el gesto altivo/ y destiló las palabras/ a medida que fue en él/ señoreando la gracia, / hasta hacerlo siervo fiel”. Este fue Francisco de Sales: el hombre que como una gota de miel endulzaba siempre sus palabras, el hombre que nunca puso hiel en sus muchos quehaceres; el hombre cuya fiesta celebran el día 24 de enero los comunicadores sociales, los salesianos, las salesas y otros muchos grupos de personas de bien, que quieren construir dulzura aunque solo sea con “una brizna de nada”. 

Desde que nació en Saboya hasta que murió en Lyón, desde las tres últimas décadas del siglo XVI a las tres primeras del XVII, Francisco se hizo sencillo con los sencillos, teólogo con los teólogos y humilde con los orgullosos. Con todos derramó bondad, amabilidad, dulzura y sabiduría. Fue escritor que se distinguió por decir la verdad con elegancia y sin herir a nadie, que destacó por escribir y hablar con tanta delicadeza que nadie se sentía molesto con lo que decía o escribía. 

En su libro “Introducción a la Vida Devota” expresó que la devoción se ha de tener según la condición de cada uno: según se trate de un profesor o de un obrero, de un médico o de un enfermo, de un laico o de un consagrado, de una viuda o de una mujer casada, de un niño o de un anciano… La devoción se ha de practicar de modo acondicionado a las fuerzas, deberes y ocupaciones de cada uno. 

Y añadió que lo mismo que la abeja saca miel de las flores sin dañarlas, dejándolas frescas como las ha encontrado, así hace la verdadera devoción. Adorna y embellece toda vocación y ocupación: hace que sea más apacible el cuidado de la familia, que el amor recíproco entre marido y mujer sea más sincero, que el cumplimiento de las leyes civiles sea más leal, que todas las ocupaciones sean más llevaderas. 

Amiga, amigo, al santo que gozó de una inteligente capacidad para el diálogo, le pedimos nos ayude a ser personas acogedoras y dialogantes. Y felicitamos el día 24 a los comunicadores sociales y a todos los que tienen corazón dulce y pluma elegante, como los tenía Francisco de Sales.