Cartas al director

Contra la pandemia, sentidiño y esperanza

Amig@, no te voy a hablar del sentidiño porque tú lo tienes innato. Y hablar hoy de esperanza parece una provocación. Aun así, te diré que han alimentado mi esperanza, últimamente: el libro “Tejer Historias Comunicar esperanza en tiempos de pandemia”; una carta de un amigo, que titula “Nos mueve la esperanza-Mira que hago nuevas todas las cosas”; y la esperanza de las personas que trato todos los días. Ha alimentado mi esperanza, desde hace algunos años, la encíclica de Benedicto XVI “Spe salvi” (salvados por la esperanza). Ha alimentado mi esperanza, desde siempre, el evangelio de Jesús de Nazaret. 

Alguien ha dicho que “esperar es plantar tulipanes en invierno y espiar en primavera para ver si salen brotes…”. Y el músico Nico Montero, durante la pandemia,  canta: Volverán los abrazos y los besos, las caricias volverán./ El bullicio y la alegría de las calles volverán./ Y la risa de los parques/ y un “te quiero” en un café…  Volverán los abuelos y los nietos,/ entre abrazos, a jugar/… Volverán a llenarse los colegios y las plazas,/ volverán los teatros y conciertos,/ los estadios a temblar… Volverán, aunque no sea lo mismo,/ nada debe ser igual./ Aprender de lo vivido y volver a caminar”.

No es fácil conservar siempre joven la esperanza. En un tiempo salpicado de egoísmos y pandemias es difícil divisar un horizonte de esperanza. Las personas que viven en esperanza son personas que han depositado su confianza en la bondad de Dios y en la fuerza transformadora de la resurrección de Jesús. Estos son los dos grandes pilares en los que se apoya la esperanza cristiana. Y la oración es la fuente que la riega. Esta esperanza no es opio que nos adormezca, sino estímulo que nos impulsa a combatir la pandemia y a mejorarla convivencia. 

Amig@, la sangre y la esperanza son la vida. Tú y yo tenemos esperanza como tenemos sangre. La vida nos rompe a todos en algún momento, pero tú y yo logramos, con la oración,rehacernos más fuertes  después de rotos. Nos acompaña siempre la esperanza, como nos acompaña siempre la sangre. Aprendemos de lo vivido y reemprendemos el camino. Contra pandemia, sentidiño y esperanza.