Cartas al director

Resiliencia

 Es llamativo que en el plan de recuperación que acaba de presentar Sánchez se incluya la resiliencia como concepto político. 

En realidad, ha hecho bandera de este término desde que fue aspirante a encabezar el partido, hace años. No me gusta la palabra ni el concepto que contiene. Para mí, no es más que otra versión del "sostenerla y no enmendarla". Eso, en política y en la vida, es nefasto. 

¿Quién ha dicho que haya que aguantarlo todo contra viento y marea, caiga quien caiga? La sociedad, la democracia, igual que el ser humano, es extraordinariamente frágil, débil. La fórmula, a mi juicio, debe ser otra muy distinta. Más humanismo, más sensibilidad, más diálogo y comunicación, y menos empecinamiento, menos enrocarse cada uno en su postura, menos política a cara de perro. Se puede, y se debe, partir de posiciones maximalistas, pero después hay una negociación, un contraste de posturas, que es la única forma posible de articular un sistema democrático de convivencia, si queremos paz y libertad. 

Por tanto, me manifiesto en contra del concepto de resiliencia, me parece negativo, perjudicial para cualquier tipo de relación. Debe ser sustituida por el debate de ideas, para llegar a una armonización. 

Si uno está dispuesto a ceder, está invitando al otro a hacer lo mismo, está llevando las cosas hacia un lugar de encuentro, de convivencia. Por el contrario, el aguantar a toda costa conduce a un enconamiento en las posturas, a no estar dispuesto a ceder lo más mínimo, conduce al bloqueo continuo. 

Por estas razones, entendiendo que el actual presidente haya cimentado su trayectoria en base a eso, sin embargo no lo puedo compartir. No me gusta la palabra resiliencia, me parece muy desafortunada. Propondría, en su lugar, otra palabra. Convivencia.