Cartas al director

Una vía de transporte fluvial

Gran parte del desarrollo de Centroeuropa se basó en la facilidad para el transporte de personas y mercancías gracias a los grandes ríos que la cruzan. La economía se benefició del bajo coste de ese transporte en una época en la que la alternativa era el carro tirado por caballos o mulas. Hoy sigue siéndolo; cualquier barcaza transporta más toneladas que un camión con menor cosumo energético y menores emisiones de CO2 por unidad transportada. El transporte de las largas palas de los molinos eólicos sería mucho más fácil. 

Un sistema de esclusas conservaría los rápidos con el mínimo perjuicio de una demora en el tiempo. Un sistema de ascensores hidráulicos permitiría salvar hasta las grandes presas. El tráfico por carretera se aliviaría; el ahorro en el mantenimiento del firme sería otro gran beneficio. Y, por supuesto, la placidez de un lento viaje por parajes poco conocidos sería otra fuente de financiación del proyecto.

Todo eso se pensó ya en el S. XIX. ¿O fue en el S. XVIII? El desarrollo tecnológico actual permite convertir aquel sueño en una realidad. Que la pereza no rija nuestros destinos.