Gracias por tu amabilidad y paciencia para responder a mis preguntas. Seguramente, las mismas que te hicieron ya demasiadas veces otras muchas personas anónimas como yo.
Gracias por no hacerme sentir inútil por no entender a la primera las instrucciones.
Gracias por asegurarte de que entendí las indicaciones y por aportar algo más que ni siquiera todavía se me ha ocurrido dudar. Se ve que tienes experiencia en tratar a torpes como yo. Gracias por tu voz dulce, que no deja entrever el cansancio que supone estar trabajando todo el día cara al público.
Gracias, porque a pesar de la mascarilla que esconde parte de tu rostro, sé que me estás sonriendo.
Gracias, porque con esa sonrisa me has alegrado el día.