Cartas al director

Coches oficiales y aviones privados

Desconozco los datos porque no hay demasiada información sobre el particular, pero tengo la sensación que, en una situación económica tan extremadamente preocupante como la que estamos viviendo y nos queda por vivir, no solo no se están apretando el cinturón en lo que se refiere a los desplazamientos, si no que siguen haciendo alarde de sus “poderes” viajando en coche oficial de aquí para allá sin preocuparles el coste que significa para las arcas del Estado, cada vez más debilitadas.
No sé a partir de qué nivel político se dispone las 24 horas de un vehículo de alta gama con varios conductores su servicio, pero tengo la sensación de que son unos cuantos miles, y con tendencia al alza en esta época de penurias.
Pero si preocupante es este despilfarro, no lo es menos el uso de aviones privados. Entiendo que, en determinadas circunstancias excepcionales se tenga que recurrir a ellos, pero hacerlo como costumbre y por comodidad me parece una gasto superfluo, y por tanto, innecesario. 
Y en cuanto a los coches oficiales, me parece un gasto inútil que se tendría que evitar, salvo en casos, también extraordinarios. Y extraordinario no es llevar al niño al colegio, hacer la compra o esperar al “jefe” o a la “jefa” a que acabe su tertulia para acudir a un cine, a un teatro o a un concierto, esperar a que termine de cenar en el restaurante de moda, también a cargo del erario público, para llevarle a casa y volver a las 9 de la mañana para acercarle al Ministerio.
Puede que me haya excedido en mis apreciaciones y si así fuera no se me caen los anillos por pedir disculpas, como creo que deberían hacer los políticos por hacer un uso indebido y excesivo de los mencionados vehículos que nos cuestan un riñón.