Político de raza, inteligente, comprometido, valiente, generoso, amigo y camarada, Vicente Alvarez Areces -Tinín para los amigos- se ha ido, silenciosamente, nos ha dejado sin despedirse. Abandonó este mundo dedicado a la tarea que le entusiasmaba: la acción política. Le recuerdo como un líder tranquilo, su sonrisa paternal trasmitía confianza y seguridad. Sus análisis eran claros, rotundos y certeros. ¡Cuánto me enseñó! Le visité cuando era alcalde de Gijón, estuvo cordial y hospitalario; hablamos de su época de dirigente comunista en el Santiago de los sesenta y comienzos de los setenta. Volvimos a vernos en su visita a Ourense, era presidente de Asturias; se reunió con sus viejos camaradas Jaime Quesada, Santiago Lamas, Quiques Montes, yo mismo y con algunos compañeros socialistas como Alberto Fidalgo. Su trayectoria política ha sido intachable, honesto y leal con los principios de igualdad y justicia social. Un ejemplo para la historia. Que la tierra te sea leve.
