Cartas al director

OBITUARIO | Miguel Ángel Failde

Le pusieron de nombre Miguel Ángel, en alusión al genio de la escultura. En sus genes estaba previsto serlo. Y lo intentó también como tal, pero se dio cuenta con rapidez que nunca haría sombra a su padre Antón Faílde, a quien veneró como padre y como artista.

Ha muerto Miguel Ángel Faílde, marmolista de profesión, y eterno hijo del escultor, por cuya memoria y obra se dejó la piel. Padre de seis hijos, dos de ellos en el negocio familiar de mármoles, su máxima inquietud era que la obra de Antón Faílde no se desperdigara y quedara a merced de una mera exposición sin contexto. Poseedor de una amplia obra del escultor, la más manejable por tamaño y aquella de la que el autor en vida no se desprendió, ejerció de agente incansable en pro de darla a conocer periódicamente. La última vez, en el Centro Cultural José Angel Valente, al que ya muy disminuido físicamente por la enfermedad acudió a la inauguración, exposición en la que trabajó con mucho celo.

A la ciudad cedió varias piezas, dos figuras femeninas que hoy están a las puertas del Concello; cuatro piezas inacabadas que están en el entorno de Montealegre y la última, ubicada en la calle Antón Faílde, esquina Luis Trabazos, crítico y pintor, referente intelectual en la obra del padre. Con sus eternos tirantes, la mirada limpia y con la incansable labor de honrar a la figura del padre, así lo recordaremos.