Cartas al director

Cartelería

Estaban dando las seis y cuarto de la tarde y ya llevaba, reloj en mano, una hora y veinte minutos pateando la ruta del colesterol, a punto de llegar al bar de la partida de cartas diaria. Venía cansado y no de muy buen humor, pues en un bache -la baldosa de siempre que se despega del pavimento- a punto estuvo de echarme de bruces sobre toda la acera y de resultas la uña del dedo gordo que de un tiempo a esta parte se empeñó en meterse en la carne me hizo ver las estrellas. Del alcalde y su familia venía acordándome cuando en una puerta cutre de una vivienda deso-

cupada, hervidero o semillero de toda clase de carteles que un pequeño pueblo como este, de apenas 3.000 habitantes, es capaz de producir, esquelas de entierros o funerales, programas de fiestas patronales, partidos de fútbol de varias ligas -veteranos incluida-, promociones comerciales, actividades de la tercera edad, de venta de coches, maquinaria agrícola, de ofrecimiento de señora de limpieza, cuidadora de niños o ancianos y otro largo etcétera, me sorprendió quedándome pasmado sobre ambos pies -incluido el dolorido-, fascinado por lo que estaba viendo a una puerta pegado un folio, en donde a rotulador rojo, lucía claro y fuerte el siguiente lema. “Antes noon! Agora Siii! Despois?: Xa veremos!!”.

Acostumbrado como estoy a las pegatinas, y pegadas ya casi ni caso le hago, pero esta destellando blancura atrajo mi atención y alborozado le di la bienvenida después de unos momentos de desconcertante titubeo tras leerla por varias veces, olvidándome de toda la familia –incluida la política también- del señor alcalde y de la empresa adjudicataria.

Cuando llegué al bar de la partida de cartas aún seguía haciendo un ejercicio o entrenamiento intelectual tratando de buscar una solución adecuada, proporcionada y ajustada al susodicho y sobredicho folio.

Muy bien podría tratarse del berrinche de un mozalbete en sus primeros escarceos amorosos, la queja de las prestaciones de un hijo a sus padres, el injusto pago de una recompensa, de una queja pasajera que quedaba incumplida momentáneamente o sine die, la vulneración de unos derechos adquiridos… en aras de esa preparación intelectual les sugiero que lo repitan mentalmente y traten de buscarle una solución acorde a lo allí escrito y que, por su color rojo clama sangre -un suponer- o a ella invita -que también- no sé…

Por más vueltas que le di, cada vez estaba más desorientado.

De todas formas, si alguna manera hay de demostrar mi total apoyo y solidaridad a tal exclamación, yo quiero unir la mía propia, totalmente desinteresada por tal sentimiento, queja, emoción, protesta, reclamación, sentimiento, disgusto, pena, descontento... o lo que sea, pero que tan bien la han dejado patente.

Y como quiera que tratando de evitar que sea peor pedir más dinero para pagar la deuda, endeudarse más de lo ya endeudado, para ser más claros, la saludo con mi más sincero sentimiento de aprecio, simpatía y estima.

Había tiempo que nadie, en este pueblo, supo expresarse de tan atrayente y deslumbrante manera para lo que quiera que sea. Y yo, sombrado y rendido a su letra, le deseo lo mejor a dicho escribiente.