Cartas al director

La situación sin hogar

Es necesario cambiar la manera en que tratamos a las personas sin hogar en el enfoque habitual de su falta de vivienda, lo que beneficiaría tanto a los sin hogar -siempre vulnerables- como a los propios ciudadanos, con un mejor disfrute de los espacios públicos. 

Se necesitan viviendas de transición, y capacidad de ofrecer servicios de apoyo y otros recursos estimados como necesarios.

Además de las habituales necesidades de refugio y vivienda, que es lo que dicha población echa en falta, un enfoque acertado de la situación podría ser que la experiencia de esa ayuda se ponga en manos de los propios expertos de los servicios y no tanto en manos de la policía. 

De hecho, los esfuerzos de la ciudad para crear un modelo de inclusión social que no criminalice exige respuestas que cuenten con el apoyo de recursos que en modo alguno corresponde ejercitar a dicho cuerpo armado. 

Esto viene a recordar el inútil diálogo del lobo y el cordero en cuya fábula el depredador lleva el peso del discurso, en tanto lo que diga o alegue en su defensa el cordero no sirve de nada. Al final de la fábula el depredador se come al cordero sin más. 

Soy de los primeros en apoyar que las nuevas iniciativas deberán ser en esencia un compromiso de la ciudad a una respuesta no-armada, de cara a un nuevo enfoque del problema sin hogar. 

 Desde un punto de vista de la confianza en los servicios e igualmente importante, es la meta siempre defendible de devolver a los espacios públicos el nivel de calidad que les corresponde; cuando sabemos que para muchas familias estos espacios representan un acceso puntual a los juegos infantiles de sus hijos y como espacios abiertos.

 Es por lo tanto un deber de quienes lideran la ciudad el garantizar a esas familias esta accesibilidad, mientras se ofrecen recursos idóneos a las gente sin hogar, en el ánimo de obtener ese equilibrio necesario, del compromiso de las instituciones con los sin hogar, y con la propia ciudad.