Cartas al director

Historias vividas por un viejo orensano

Estoy acercándome a la vejez permanente y para combatirla necesito un medio como su periódico para no perder el contacto con mis contemporáneos y amigos. Recientemente sufrí un accidente doméstico que me redujo algunas funciones físicas pero no “mentales”. Total que estoy en “plena forma”. 

Yo nací en la Carretera de Celanova, ahora llamada avenida de Marcelo Macías. Ese lugar desde siempre se llamó “el barrio de los Aragoneses” debido a un error geográfico sobre los más antiguos pobladores del Barrio, que realmente  procedía de las abruptas montañas asturianas (Cangas de Narcea, Degaña) y Tablado. Este último, un pueblo muy pobre que solo producía castañas, patatas y muchos sabañones. Mientras los hombres salían al mundo a ganarse la vida, las mujeres se quedaban en el pueblo atendiendo a los niños hasta el 19 de agosto, fiesta en Tablado en honor a San Luis Obispo, que era cuando se volvían a juntar todas la familias.

La imagen del Santo fue destruida por los que entonces se llamaban los “rojos”. La nueva imagen de San Luis la compró mi querido tío Adolfo a los escultores de la Manchica en Celanova. Es curioso, los rezos de mi tío Adolfo, si algunos hizo, que lo dudo, fueron dedicados a su Santo. Hace unas fechas me enteré que en el lugar de San Luis S.L.O. de California (EEUU) también veneran al Santo y Obispo patrón de Tablado.

Yo procedo de esta familia asturiana, que como se decía antes eran pobres pero honrados. Gracias a su esfuerzo abrieron sucursales del negocio de coloniales en Gijón, Andújar y Córdoba. Manteniendo la sede central en Orense (ahora Ourense).