Cartas al director

Mi gato está encantado

 Dice mi madre, noventeañera, que los hijos si vuelven están cómodos en la casa familiar, y los padres prefieren recibirlos a instalarse en sus casas, donde temen molestar a nueras o yernos. Es un pensamiento extendido entre su generación, sobre todo en su Ayuntamiento, tierra de emigrante que ahora multiplica habitantes en verano. Como tantos.
Me mudé a la casa familiar el pasado sábado, para acompañarla en el aislamiento. Las humanas estamos bien, pero con cierto desasosiego ante la incertidumbre informativa de la catástrofe mundial . Copito de nieve, el gato, llamado bissss, bissss, en el día a día sin embargo se muestra entusiasmado ante el cambio de actitud de los humanos. De repente todo son mimos, le hablo, lo piropeo, lo peino, lo acaricio.

Ta ha ganado territorio, ahora se me sube al regazo si me ve ante el portátil y zarpea las teclas, pero, gato al fin, ahora duerme sobre mis piernas. Ya ni me escuchó cuando le conté la estadística que acabo de leer, Qué horror. Pero por la ventana entra la primavera a raudales, Tenía razón el poeta: "Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando...".
Otra vez un microbio meneando al hombre, Ojalá pase como el Medievo, tras la peste llegó el Renacimiento

Maria E. González
(Vigo)