Cartas al director

Buscando un oasis

La vorágine a la que tenemos diariamente que hacer frente en demasiados campos de nuestra vida, nos obliga a un análisis del ambiente y entorno para hacer estudio de alguna opción para evadir las tensiones diarias que de forma acumulativa nos induce a buscar en algún recóndito lugar ese necesario oasis en el que nos permita refugiarnos y acomodar nuestras tensiones e inquietudes opresoras del bienestar. Ese bienestar portador del abrigo en un ambiente cálido cual refugio al sol de un atardecer en otoño que invita a acurrucarse en la deseada burbuja que nos permita aislarnos de mundanal ruido y constantes noticias molestas.

El ser humano no nació para tener que convivir con el gran paquete de problemas creados sigilosamente poco a poco, todo lo contrario, el mundo debe de ser disfrutado sin cortapisas de ningún tipo, para no pasar por aquí padeciendo las vicisitudes sin extraer lo bueno, que es mucho y como la cosa no tiene retorno, ahora o nunca, no sea que buscando el paraíso no percibamos que el autentico Edén lo tenemos por lo general a nuestro lado. Puede que esté enmascarado por la mutación en la escala de valores. 

La localización de ese hipotético y casi surrealista lugar tiene múltiples ubicaciones, no es un lugar al uso en un determinado sitio, sino que atendiendo a la buena lógica lo que cada uno buscamos no tiene una réplica, por lo que nos vemos en la obligación individual de entrar en la aventura de su localización. A cada socio de esta gran convivencia le toca buscar en sus diferentes e internos puntos cardinales, esos puntos marcados de forma individual. Claro que el resultado sería siempre el mismo, pues cada ser se satisface con diferentes argumentos, aunque el entorno parezca el mismo.

La necesidad de llegar a ese estado es real, y todos en alguna medida somos deseosos y necesitados de los beneficios de ese añorado y balsámico oasis, pues los avatares de la vida tan convulsa y estresante nos acotan hacia un consumo de vida que coarta en gran medida nuestra felicidad. 

De lo que no hay duda es de que somos poseedores de una misma necesidad por vernos en conjunto envueltos y arrastrados por los avatares de ambientes en demasía convulsos e indeseados. En mayor o menor medida todos necesitamos y deberíamos buscar y encontrar ese balsámico oasis, para recibir sus beneficios. 

Quien se considere mereciente que busque su particular oasis, seguro que vale la pena

Creemos nuestro particular oasis, nos lo merecemos.