Cartas al director

Vamos a arder como en el infierno

Como casi siempre me desperecé unos minutos antes de que mi despertador me comunicase las noticias del día. Hablaban de Ourense, y estuve a punto de apagarlo, porque pensé que se trataba de algo relacionado con el alcalde de la capital. Sin embargo, la noticia era mucho más importante que la de un alcalde que se cree dios.
El infierno nos rodea en forma de fuego. Hablaba Radio Nacional de los incendios de las zonas de Cualedro y Villar de Barrio, entre otras muchas. Así que decidí cambiar mi ruta mañanera a pie (la que me lleva a las lagunas), por otra que me colocase en un sitio privilegiado por su altura, para tener una visión periférica de una realidad que presagiaba calamitosa.
No tuve que pensar mucho, mis conocimientos totales sobre caminos y parajes me llevaron al lugar perfecto, que es el monte de Damil; porque desde sus picos pedregosos sin árboles se pueden ver mucha extensión de terreno.
Eran las siete de la mañana cuando partí, así que fui dando un rodeo para dar tiempo a que el sol de amanecer revelase lo que por desgracia esperaba. Subí el monte encaminándome desde Rebordechá. Según subía el cielo gris amanecía, y mientras la columna se revelaba ante mis ojos. Humo y focos depredadores de bosques, y una columna inmensa que corría todo el horizonte juntando los focos de Cualedro con los de Vilar de Barrio y mucho más allá. El viento parecía querer unirlos para convertirlos en una muralla que no dejaba pasar la luz.
Por un momento mientras estaba sentado en lo alto de los peñascos, unas gotas de agua cayeron, pero solo fue un instante, una especie de espejismo milagroso que mi mente quería que se produjese, pero que por desgracia desapareció caídas cuatro gotas.
La plaga de los incendios ha llegado en septiembre, cuando el ropaje de nuestra tierra torna del verde al amarillo. Si la climatología no nos ayuda, vamos a arder como en el infierno.