Cartas al director

23-F: 40 años

Recuerdo aquella tarde. El Congreso votaba la investidura de Calvo Sotelo. Me llamó mi compañera: “¿Te has enterado?”, me dijo. “¿De qué?”, respondí. “Un golpe de estado. Pon la radio”. Corrí a encender la radio y el corazón me dio un vuelco. Radio Nacional emitía música militar. TVE no informaba. La Cadena SER -menos mal-, sí. Las noticias que llegaban eran alarmantes. Sensación de impotencia y rabia. Había que defender la incipiente democracia. A partir de ahí, muchas ideas se cruzaron en mi mente. ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar? En Valencia, los golpistas sacaban los tanques a la calle. No podía ser. Si en Madrid ocurría lo mismo, intentaría comunicar con mis amigos para salir a plantar cara. Noche tensa. De madrugada el rey -mucho tardó- ordenó mantener el orden constitucional. Horas después, todo quedó en un mal trago.

Estaba claro, el franquismo todavía coleaba con ira. Éramos una democracia tutelada por sables. Y a día de hoy aún me sorprende que en Valencia nadie se echara a la calle.