Cartas al director

Un leve aleteo

En el otro extremo del mundo, un insignificante virus contagió a una persona desencadenando la onda del efecto mariposa que ha dado todo un revolcón a nuestras vidas. La economía, acariciada por esta tenue brisa se desplomó como un castillo de naipes y en su derrumbe mandó al garete millones de proyectos de vidas que, de la noche a la mañana, se encontraron en la cola del paro. Las relaciones sociales se retorcieron hasta hacernos mirar con suspicacia al extraño que nos cruzamos mientras evitamos la estela de su aliento. Asimismo, confinados abrazos, caricias y besos en el baúl de los recuerdos, el trato entre familiares y amigos, la manifestación del afecto más entrañable, se marchita melancólicamente a la espera de su ansiado retorno.

Aquel sutil aleteo extendió su escalofriante vendaval de muerte, pobreza y aislamiento que recorrió el espinazo del planeta y nos desterró al rincón de pensar. Pensar en nuestro acelerado ritmo de vida y nuestra enfermiza relación con la naturaleza, causante de la aparición de la covid-19; y aunque muchos dedujimos que deberíamos frenar, todo apunta a que no lo haremos.