Cartas al director

Ya es hora

Volando en las agujas del tiempo nos adentramos en la tercera década del siglo XXI e inconcebiblemente la tortura animal sigue institucionalizada en España. La tauromaquia, como fue la quema de herejes, es vestigio obsoleto de un brutal pasado. Mantener hoy, intencionada e injustificadamente, el maltrato animal -la atrocidad y el tormento- para distraer y sustentar el negocio de quienes se dicen seres humanos, es inmoral y fomenta la insensibilidad por el sufrimiento.

Si actualmente las corridas de toros no existieran y alguien solicitara su aprobación ante el Ministerio de Cultura, sin duda se ordenaría su inmediato ingreso en el frenopático local por sadismo.

Una vez más, y como siempre para distanciar a nuestro país de la caverna y conquistar una modernidad que forje una sociedad más justa, la izquierda debe ser valiente y prohibir el toreo. En poco tiempo, los españoles no concebiremos que en algún momento se permitiera la barbarie del martirio animal para solaz y lucro de unos pocos.