Cartas al director

La soledad de los ancianos

Se suelen quejar, principalmente los ancianos, de la “soledad”, de “su” soledad. En muchos casos se les ha internado en las llamadas “residencias para mayores”. Una persona mayor se lamentaba de que había tenido que trabajar toda la vida, incluso emigrar al extranjero, para ahora encontrarse así, excluido en una residencia de ancianos. En la reciente crisis de la pandemia covid-19 se ha podido observar cómo enfermos pedían a los médicos y enfermeros-as, no morir solos.

En la era de la comunicación y de la información, la soledad es una constante de la actual estructura social. Ha pasado de ser un fenómeno psicológico, individual, a ser un fenómeno social: la soledad de las grandes masas. La de los ancianos no interesa más que a ellos mismos, y en el mejor de los casos, a sus familiares y allegados. La sociedad se ha desentendido de ellos. La soledad es un fenómeno que condiciona toda la sociedad. Y todos estamos afectados por la soledad de múltiples formas. Toda sociedad ofrece vacíos en los que se hace presente la soledad, que nos inducen a una comprensión más objetiva de la sociedad real.

Las raíces de la soledad suelen ser profundas. Una sociedad desestructurada abandona al individuo a su suerte, cuando más lo necesita, en los postreros años de su vida. Es el momento del acompañamiento afectivo y efectivo. Está diluido entre otros muchos Desde la religión se han llevado a cabo iniciativas importantes, pero cuando se ha entregado la administración de las residencias a manos privadas ha prevalecido la idea de lucro en detrimento de la tesis del simple humanismo. También la aplicación del capitalismo en este campo ha ser de ser reformulada. El comienzo de la legislatura puede ser un buen momento.