Cartas al director

Educación y memoria

Con frecuencia conocemos la historia de los vencedores exhaustivamente, pero sólo superficialmente se nos da a conocer la significación política de los vencidos. En el proceso educativo debe estar presente también la historia de los vencidos. Las víctimas contradicen la lectura triunfalista y deformadora de la historia propia de la modernidad. La pedagogía debería hacerse cargo de dicha herencia de fracaso y opresión, para colaborar en una emancipación de los seres humanos. Esto implica que también debería alejarse de las ideologías llamadas progresistas, que contribuyen a olvidarse de la experiencia de los vencidos, y optar por una forma de educación más universal, a la manera que lo hace por ejemplo Paolo Freire entre otros pedagogos.

Para comprender nuestro mundo es necesario mirar la realidad desde una nueva perspectiva de la historia más integradora, en confrontación con el sufrimiento concreto que ha prevalecido en ella, y que puede palparse en nuestra historia inmediata. La pedagogía ha de partir de este dolor particular, en una visión que apostaría por una nueva construcción del presente a partir de la recuperación de la esperanza truncada de los vencidos. Una recuperación que prefiguraría el tiempo capaz de clarificar los comportamientos de los dominadores y empatizar con las desgracias de los vencidos.

El acontecimiento es algo contingente, inesperado, en cuanto puede frustrar y modificar el curso regular de la historia; pero al mismo tiempo, puede formar parte de la historia como algo necesario, una vez que es comprendido posteriormente en el relato.

La identidad narrativa se configura mediante el análisis riguroso del comportamiento de los vencedores y también de los vencidos, porque a través de un relato objetivo se articula y adquieren sentido los acontecimientos en la comunidad de su misma historia.  La identidad de las personas se debe construir desde el análisis total de la historia.