Cartas al director

Curiosamente

¿Cuántas veces hemos jugado a pensar qué nos llevaríamos a una isla desierta? ¿Cuántas hemos dicho "no podría vivir sin mi...? (ponga aquí el objeto que más le convenga)".

Si algo están dejando los días de confinamiento, es tiempo para reflexionar. Curiosamente, me he dado cuenta de que sí puedo vivir sin muchas cosas y, sin embargo, echo de menos otras.

No echo de menos esa crema "sin la que no puedo vivir" aunque su envase lleve días vacío en mi cubo de reciclaje de plástico. Tampoco me acuerdo ya casi del sabor de ese café "sin el que no puedo vivir" de ese sitio del centro.

Curiosamente, echo de menos ir al supermercado y hablar con la pescadera. Echo de menos cruzarme con mi vecino en la escalera y charlar sobre el tiempo. Echo de menos pasar la tarde viendo las fotos del último viaje de mis padres. Echo de menos sentarme en una terraza a observar la vida, escuchar el ruido ensordecedor de la ciudad, las risas de la mesa contigua, el bebé que llora. Echo de menos hasta al perro de esa casa al final de la calle. Sí, ese que siempre me ladra.

Echo de menos las cosas que, curiosamente, nunca me hubiese llevado a una isla desierta. Y confío en que, cuando todo esto pase, sea capaz de otorgar más valor a esas cosas, personas o situaciones que llenan la rutina de humanidad.