Cartas al director

De vecinos molestos a vecinos peligrosos

Todos hemos sufrido alguna vez a algún vecino molesto, incluso hemos podido ser alguna vez ese vecino Música alta, discusiones a gritos, juegos con la pelota, perros que ladran, niños que lloran… vivir en comunidad trae distintas situaciones que, en muchas de ellas, podemos entender que así es la convivencia. Hay otra clase de vecinos, los que saben que molestan y les da igual. Esos a los que, a través del diálogo o una nota, se les indica y se les ruega que cesen de cierta actividad porque supera los límites de la libertad cruzando el umbral de indeseado y colgándose el cartel de “vecino nominado” a ser la comidilla de la próxima junta de la comunidad.

Después están los vecinos que dejan como buenos aquellos que ponen la música alta después de la media noche o los que se comunican a voces aun estando en la misma habitación y esos, ¡esos sí son una pesadilla! Los que acumulan basura, los que te lanzan líquidos desde el balcón, los que te fastidian la ropa tendida y, ya, los que se llevan la palma rozando la psicopatía, está el vecino que hizo explotar su vivienda para fastidiar a otros.

El trasladarse a una comunidad nueva es toda una aventura, solo conoces el piso donde te trasladas, pero no con quién vas a convivir puerta a puerta, por ejemplo. Al alquilar una casa o comprarla deberíamos pedir o firmar un certificado de buena conducta vecinal porque Álex de la Iglesia ya lo reflejó en su magistral película “La Comunidad”, en cuestión de convivencia, el balance y respeto es un equilibrio, muchas veces, difícil de conseguir.