Cartas al director

Querido Tristán

El pasado 4 de noviembre, se me apagó el corazón de golpe, al saber que no tendría la oportunidad de seguirte conociendo. 

La última vez que te vi era el día más feliz de mi vida. Tú y tu fiel compañero conquistasteis mi corazón, sorprendiéndome con vuestra presencia en aquella hermosa mañana. El amor y el orgullo de vuestros padres y abuelos, que ya conocía, se hizo realidad ante mis ojos. Sigues siendo ese precioso niño y aunque ya no pueda mirarte, te veo igualmente. No creas que te has ido. Tu nobleza y tu linda sonrisa inundan el alma de todos aquellos que de algún modo hemos tenido la increíble fortuna de saber de ti. 

Deseo, desde lo más profundo de mi corazón, que todos los que te queremos seamos capaces de conseguir que tu maravillosa familia pueda vivir acompañada de los dulces recuerdos que les has dejado; que tu marcha repentina no sea lo único que fluya por sus venas, sino las grandes cosas que han aprendido estando cerca de ti. 

Deseo, en estos tristes días, que la impetuosidad y la alegría de tu ser ilumine el sendero tan difícil por el que caminan y que, a cada paso que den, su tormento sea cada vez más tenue. En tu nombre, cuidaremos de ellos.

Tu amiga.