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La movilidad se ve también resentida por el bloqueo a los proyectos de nuevas infraestructuras. Un caso claro es lo que sucede con la variante norte de Ourense, ciudad que ve como es una excepción en el panorama estatal al carecer de una circunvalación en condiciones que permita liberar tráfico del casco urbano. Pese a que ya no hay trabas, el Ministerio de Transporte sigue sin hacer efectiva la licitación del primer tramo entre Eirasvedras y Quintela.
Además, en este caso responsabilidad de la Xunta, nada se sabe de la Ronda Bulevar que permitiría llegar desde O Couto a Mariñamansa sin pasar por el centro, estando también pendiente la tramitación administrativa del último tramo de la circunvalación Este para desahogar vías ahora saturadas como Marcelo Macías.
Por otro lado, pese a que se dio un primer paso con el enlace entre la A-52 y la OU-525 para acercar el tráfico pesado al Polígono de San Cibrao, no hay nada concretado sobre la continuación de este vial hasta el entorno del Parque Tecnológico, que supondría tener una conexión directa para la zona industrial y una salida clara hacia la Meseta sin necesidad de sobrecargar de tráfico la ya densa carretera convencional.
Mientras, también sobresalen del cajón del olvido las dos autovías llamadas a vertebrar el interior de la Comunidad, la A-56 (Ourense-Lugo) y la A-76 (Ourense-Ponferrada), cuya parálisis desde hace lustros (la redacción de los proyectos se demora en el tiempo) es una parte del doble castigo a los ourensanos, que se completa con un estado manifiestamente mejorable de las carreteras nacionales que permiten desplazarse en la actualidad hasta la provincia lucense y entre la ciudad de As Burgas y la comarca de Valdeorras.
Así, la N-540 entre Ourense y Lugo, ha pagado una clara falta de mantenimiento con baches y socavones de enorme tamaño, corregidos en parte hace unos años mediante una importante inversión económica, pero que no ha atajado la raíz del problema, con los conductores notando en la actualidad de nuevo grandes problemas. Según una respuesta del Gobierno central a la oposición, harían falta más de 10 millones solo para arreglar el firme en la parte lucense de la vía.
Asimismo, en la N-120 que conecta las comarcas de Ourense y Valdeorras, aunque la calzada no presenta tanto deterioro, sí hay un claro problema para encontrar zonas de adelantamiento al haber varios kilómetros de línea continua, lo que con tráfico de camiones se convierte en un auténtico quebradero de cabeza para los conductores de los turismos. El proyecto para ampliar los carriles, en el que está trabajando el Ministerio de Transportes, sigue sin compromiso claro de ejecución. n
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