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Entre abancalados viñedos y feraces campos

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photo_camera Nunca se podría hallar tal dispersión y cercanía de aldehuelas como éstas de Castro, Casa da Dona, Sequeiros, Santo, Os Cerdeiros.
Los abancalados viñedos de la Ribeira Sacra se están pareciendo a los aterrazados del Douro, allá por Peso da Regôa-Pinhao, aunque aquellos de más suave pendiente y mayor extensión

Un espectáculo que se perderán quienes no acudan en estos días por estos valles o por  las laderas que se caen directamente al Sil con esos colores y matices de las hojas de las vides en un contraste entre amarillos, verdes  y rojos y al que prestan más belleza los ya amarillentos álamos, y aun los abedules, y arces en contraste con el verdor de carballos y castaños de las laderas de Castro Caldelas.

Ahora mismo es el tiempo de perderse por aquellas maravillas paisajísticas aderezadas por la monumentalidad del castillo de Castro Caldelas y el mosteiro de San Paio en una agradecida ruta en la que puedes, entre las pistas de los viñedos, degustar los restos de las vendimias que nosotros llamábamos pámpanos o rebusco, y esas nueces y castañas que alfombran los caminos y senderos que ya ni los mismos senderistas recogen y menos los escasos aldeanos que aun moran en estas minúsculas aldeas de mucho sabor como Alais, Paradela en la montaña y en el fondo Abeleda, Pombar, santa Tegra, con el mosteiro de San Paio como gran referente.


Celeirón y la cuesta de las cepas


Pasaje primero por la villa caldelá con parada en su gasolinera donde proveídos de panes, cocidos el mismo domingo. Estacionamos después de una bajada de más de legua, entre soutos a ambas márgenes de la carretera, en las bodegas de Ponte Boga. Desde aquí, por la pista de enfrente, se inicia la excursión por muchos centenares de metros hasta el lugar de Celeirón, de unas cuantas casas, alguna rehabilitada. Me recuerda cuando venía con los Risco-Ulloa, con el pater familias Gil Carlos a la cabeza, a coger manzanas y si en el tiempo, también de castañas, en las heredades de sus tías, hermanas de Vicente Risco.

Una pista a derecha se ofrece al pasar el rio Edo, represado aguas arriba, por ella transitaremos salvo que queramos ir por la muy inclinado sendero entre el viñedo hasta conectar con otra pista más arriba, que sirven para el tránsito de vehículos en la vendimia y fuera de ella para las labores de plantación, poda, ata, sulfatado e incluso riego por goteo si el estío duro, y recolección de la uva. Labor ingente la del cultivo que explica que estos vinos tienen cotización por laboriosos y cuidados y por la orientación de los viñedos opuesta a las laderas que se caen del Castro, de una frondosidad y variedad arbórea riquísima.


 Llanos de Alais y minúsculas aldeas


Llegamos a Alais, que parroquia es, dedicada a San Pedro, que también figura como Eirexa por tenerla con unas cuantas casas en derredor. Por Sio, que vecina; ya en la planicie, huerta y algunos frutales predominando la pradería; por recios nogales y algunos castaños cuando tomando un tramillo asfaltado transitamos por Pacios de Toutelle y más abajo Porteleiro cuando pasó un grupo o quincena de caminantes ataviados por camisetas de amarillo, que dijeron ser de Bóveda, provincia de Lugo allende el Sil, tomamos un camino herboso y nos dimos de frente con un pareja de vecinos ocasionales del lugar, que él de trasiego de sus vinos nos dijo, porque la parada inevitable porque, además, conocidos. Siguiendo y ya a la vista del mirador de la Penas de Matacás, que sobre los cañones del Sil de los más completos y concurridos porque abajo en lo profundo se avistan los dos catamaranes de Lugo y Ourense y un trasiego constante en festivos, cuando viramos a derecha siguiendo las indicaciones para plantarnos en el mismo mirador, para luego bajar al cercano pueblo de Paradela, y desde éste, por camino paralelo a carretera, a esos interesantes lugares de Sequeiros, porque los había para convertir las castañas en pilongas; Casa da Dona, por haber dueña, quizás; Castro, porque algo relacionado con estas fortalezas; Santo, porque lo sería, y Os Cerdeiros, tal vez porque muchos cerezos, que núcleos urbanos separados por escaso centenar de metros, situados en la cima de la ladera de o Val de Nogueira, por donde descendimos  por entre los caminos de servicio de los viñedos hasta una capilla y desde ésta a Abeleda en cuya cima emergen unas recientes bodegas. Comidos cabe a la dicha capilla el quinteto que éramos decidimos que a la toma de cafés más abajo, pasada Abeleda, en Pombar donde servidos por más germánica camarera que del país, la cual trashumante de varios lugares parece que se va anclar en éste porque negocio completado con restaurante de buenas carnes, dice ella.


San Paio, próximo hostal


Libados los cafés y hechas buenas migas con la mesonera Elisa y conversando  a dos bandas con Toño, concejal del Castro, y Quique, un vecino de Navia de Suarna, que de tan amenos, aquello amenazaba con prolongarse con riesgo de que la noche se nos echase encima,  por lo que proseguimos en el mismo lugar, por acimentado camino y pronto térreo, hacia el monasterio de San Paio de Abeleda atravesando el rio Edo por puente de barandales, siguiendo fluvial senda por encima del cauce, muy frondosa, y arribando por este oriental camino al monasterio, que según por allá cuentan de pronta restauración para convertirlo, al modo del de Santo Estebo, en hotel de estilo, aprovechando el tirón de la Ribeira Sacra y el que se espera si patrimonio de la Humanidad lo declaran. Siempre ameno lugar que recordamos de hacía un año cuando de coincidencia con grupo de arquitectos planificando la construcción y ayudándose de lo que un dron fotografiando iba.

Santa Tegra, que antes Tecla, el pueblo inmediato, subdividido en varios núcleos: A Touza, O Pacio, O Regato, a los que no entramos, para continuar paralelos a la carretera entre aldehuelas, lugares, nogales, praderías, sauces y algunas pastantes, para conectar con el mismo punto de salida cabe a las bodegas de Ponte Boga. 

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