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Adiós al hogar de las monjitas

Carla Sofía Estévez y Saila Expósito (JOSÉ PAZ).
photo_camera Carla Sofía Estévez y Saila Expósito (JOSÉ PAZ).

Mariñamansa se despide de las Hijas de la Caridad después de 30 años cuidando a menores en la casa de acogida. Una labor que agradecen Carla y Saila, dos de aquellas niñas. A las 11,30 horas empieza el homenaje en San Pío X

La mañana del día que cumplió 18 años, Saila Expósito cogió las maletas y se fue de casa, tal y como llevaba prometiendo durante años. "Despois farteime a chorar. Boteinas moito de menos". Esta mujer de 33 años es una de las niñas que acogieron las Hijas de la Caridad en Ourense, en el edificio situado en la rúa Manuel Murguía. "Era un fogar coma outro calquera", recuerda. Después de treinta años trabajando en la Fundación Baoquivi, las tres monjitas de la congregación se despiden de la ciudad. Nadie quiere entrar en los motivos. "Son muy dolorosos", se limita a decir el párroco de San Pío X, Luis Rodríguez, otra persona muy vinculada a la labor de acogida y tutela de menores que realizaron las religiosas y que ahora queda a cargo exclusivo de los profesionales de la fundación. "Agora a quen vou ir a ver á casa? Xa non teño a nadie alí", se apena Expósito. 

"Somos como hermanas porque nos criamos juntas. Entramos casi a la vez en la casa"

El Obispado de Ourense rinde este domingo homenaje a las tres hijas de la Caridad, las últimas que atendieron a cientos de niñas–en la primera etapa–y después también a niños, en el barrio de Mariñamansa. La cita, a las 11,30 horas, es en la parroquia de San Pío X. Allí estará Saila Expósito con Carla Sofía Esteves, la niña con la que entró casi a la vez a la casa de acogida y que fue su hogar durante la adolescencia. Las dos coinciden en que son como hermanas y jamás se han perdido la pista. "Por la calle hasta nos sacaban parecido", asegura Esteves. 


"De carne y hueso"


Saila entró con 12 o 13 años a la casa y estuvo hasta los 18. Recuerda unos inicios complicados, como cualquier cambio. "Fun moi rebelde, era unha idade complicada", explica Expósito, hoy madre de una niña de nueve años que sigue visitando a las monjas. El pequeño de Carla tiene cuatro y hace poco que su progenitora le ha podido contar dónde se ha criado. "Lo llevé a la casa a ver a las monjitas y me dijo que quería quedarse allí. Ellas fueron las primeras en saber que estuve embarazada y cuando tuve al niño, se lo traje", cuenta.

"Llevé a mi hijo de cuatro años a conocer el sitio en el que crecí. Le encantó, quería quedarse allí"

Saila y Carla fueron de las niñas que más tiempo se quedaron en la casa de acogida. Carla incluso vivió allí hasta los 21 gracias a la iniciativa de las religiosas. "Ellas lo que querían es que estudiásemos. Yo primero estudié y después decidí trabajar, pero me apoyaron en todo", dice Carla. "A min gustábame a perruquería e pagáronme unha academia para formarme. Se querías estudar carreira, podías", apunta Saila. 

Hasta hoy. Las dos niñas, ahora mujeres agradecidas, coinciden en que la relación con las monjas de la Caridad perduró hasta la actualidad. Igual que la ayuda que recibieron de ellas. "Me acordaré siempre de cuando entré. Una de ellas me preguntó si alguna vez había estado con una monja. Le dije que no y me dijo: 'Pues tócame. Somos de carne y hueso".


"Consiguieron que aquello fuese una familia para nosotras. Y lo fue"


Las Hijas de la Caridad son conocidas y queridas en el barrio de Mariñamansa al que pertenecieron durante tres décadas. La pérdida la sentirán las niñas que pasaron por la casa de acogida, pero también vecinos, profesionales que trabajan con menores, asociaciones y miembros de la comunidad religiosa. El Obispado de Ourense espera una gran muestra de agradecimiento en el acto de hoy, a pesar de que las religiosas huyen de homenajes. También estarán monjas de esta congregación procedentes de otros puntos de España. 

"A homenaxe merécena polo seu traballo. Por todos os rapaces que sacaron adiante. Son moitísimos, centos. A elas agradézolle todo porque hoxe son quen son gracias a elas. Sabe Deus que houbera sido de min se non estiveran aí. O seu é un labor que non está recoñecido, está invisible", expresa Saila Expósito. Y añade: "E o párroco don Luis era outro que merecía parte da homenaxe, el fixo moito".


"No vale cualquiera"


Carla Sofía Esteves coincide en todo con Saila. "El párroco don Luis me casó en la parroquia de San Pío X, bautizó a mi hijo allí y espero que le haga la comunión. Es parte importante de la casa de acogida", reivindica. 

"Las monjas, el patronato y él trabajaron por nosotras. Si para unos padres es difícil cuidar a uno o dos hijos, imagínate tener a once o doce. Para esto no vale cualquiera. El cariño, la educación y los valores que nos dieron los llevaré siempre. Tiraron por nosotros. En realidad nos dieron una gran oportunidad. Yo no sería la persona que soy hoy. Consiguieron que aquello fuese una familia para nosotras. Y lo fue", explica Carla. 

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