cultura

Adolfo, "clásico" pero de la letra

"Estoy convencida de que va a ser un clásico, una de las mejores novelas del siglo", augura la editora Susana Prieto Mori durante la presentación de 'Juan Griego', el nuevo libro del diseñador ourensano Adolfo Domínguez.

Durante el último cuarto de siglo el  tiempo no ha sido holgado para Adolfo Domínguez. "Es la vida de un costurero y empresario que viajaba seis meses al año. No creo que haya trabajado menos de 60 horas a la semana nunca". Pero al desfallecer el día en algún hotel del planeta, el diseñador ourensano cambiaba la aguja y el dedal por el lápiz y la goma de borrar para remendar 'Juan Griego', su primera incursión en la narrativa publicada en 1992 por Mondadori en castellano y Galaxia en gallego, hasta concluir una obra difícil de encasillar bajo el mismo título. "Estoy convencida de que va a ser un clásico, una de las novelas más grandes del siglo", proclama la editora Susana Prieto Mori. Puede parecer un farol o un envite arriesgado a no ser que estés muy seguro de la mano, ya que sitúa al veterano y reconocido modisto, pero inexperto escritor, en la misma peana literaria que Luis Martín-Santos con 'Tiempo de silencio' o Rafael Sánchez Ferlosio con 'El Jarama'. 

El destinatario del elogio en caja alta escucha con interés, como cuando su editora ordenaba el caos ortotipográfico del manuscrito. Comparte con los gigantes de las letras referidos "la ruptura con las formas narrativas", ya que ha escrito la novela en "verso de sentido" para que la musicalidad no se viese lastrada por el número de sílabas, aunque en un principio definía el trabajo como "poema épico en tono menor, quizá porque me salieron los dientes estudiando a Homero". Si el protagonista del relato es un militar durante la dictadura argentina con la conciencia salpicada por la tortura y por las páginas desfilan desde las leyes de la física, la historia del pensamiento político y económico y en el mismo viaje nos lleva de paseo a las entrañas del narcotráfico colombiano, el plato puede resultar tan sorprendente como una cata a ciegas. 

El primer capítulo publicado hace unos días por La Región anima a pedir más. "Me apasionan las novelas que no puedes dejar como las grandes de aventuras, aunque no creo que este libro se pueda leer de un tirón", aclara el autor. Se trata de más de 700 páginas de vértigo, con la receta aplastante del sujeto, verbo y predicado para conducir el relato, huyendo de adjetivos y recurriendo sólo a las metáforas imprescindibles.

Adolfo Domínguez también tuvo que pasar el brete de buscar editorial para que su proyecto llegase al público. "Se puso en contacto con nosotros porque quería una editorial independiente para llegar a un público literario", aclara Susana Prieto nada más principiar la presentación de la novela en el Lounge Café situado en la cuarta planta de la tienda del diseñador en la madrileña calle Serrano. El primer correo electrónico de contacto fue recibido con incredulidad, pero la curiosidad propició que comenzase la relación profesional."No sabía si nosotros podíamos hacerlo por nuestro catálogo de traducciones y una tirada media de 1.000 ejemplares, pero a las 100 páginas tenía claro que quería trabajar en este libro para que naciese pleno por amor al texto". Invirtieron en retirar "la maleza" desde el mes de septiembre del año pasado. "Como dos años antes había hecho mi hija Tiziana, Susana entró a hachazos en el manuscrito. A ella la palabra perfección le parece estreñida, como a mí, pero ha conseguido que roce la plenitud", añade el autor sin disimular la gratitud por los consejos. "He estado de acuerdo en el 95% de las sugerencias. Yo escribía y ella pasaba el hacha. A mí me encantaban las mujeres que había escrito, pero ella le dio otro tono". El comentario sobre la mujer suscitó el interés de los periodistas que cubrieron el acto ante la posibilidad de afilar el titular, pero el diseñador consiguió no resbalar en un tema sensible. "Mi madre nos educó igual a los niños y a las niñas. El feminismo no necesito predicarlo, yo lo practico. El 85% de los trabajadores de mi empresa son mujeres, en el comité de dirección son el 60%, en el consejo otro tanto y gracias a dios la consejera delegada es una mujer, mi hija Adriana. Yo considero a las mujeres iguales a los hombres y con las mismas exigencias, pero una sociedad que no las protege con leyes, como a los niños, está enferma".


Visiones


Adolfo Domínguez es consciente de que la literatura deja huella y heridas. "El libro es duro y los personajes no son profesores de ética. Sé que puede ser polémico por el análisis de la decadencia argentina, que puede no ser compartido. Lo único en lo que hoy en día no hay polémica es con el sexo". Se decantó por situar la trama central en Argentina "porque es de los pocos casos en los que se produce una decadencia en un periodo de tiempo tan corto. En medio siglo pasó de ser la tercera o la cuarta renta per cápita mundial a retroceder casi 150 posiciones".

Pero antes de que pueda surgir la polémica a la que se refiere el autor tras pasar por el cribo del lector, los medios lo situaron delante de una posibilidad tan corriente como la envidia. Al diseñador pueden acusarlo de "intrusismo" los colegas de letras o de servirse del tirón mediático para colar su libro como han hecho famosos que no son capaces de distinguir el sujeto del verbo. "Cualquiera que lo lea se dará cuenta de que no es una cuestión de 'marketing', sino de mucho tiempo invertido", asegura. Su editora recuperó el hacha: "Esa duda nos ha torturado, pero sería como acusar de intrusismo a Luis Martín-Santos". 

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