Al Liceo de Ourense se accede desde la plaza del Obispo Cesáreo. Un comedor amplio, bien decorado y diáfano, dominado por la cocina acristalada pero con la discreción de unas lunas traslúcidas y lo suficientemente bien aislada para que no entren los olores de la cocina al espacio de comer.
Tengo recuerdos muy gratos de una comida hace ya más de veinte años en el liceo casino de Murcia. Me había parecido una idea muy interesante que sociedades con un edificio singular se amparasen en la gastronomía para abrir las puertas al público en general y así, de paso, ayudar al sostenimiento de su patrimonio histórico. Me viene este recuerdo al hilo del restaurante Ágape, del Liceo de Ourense, que probé esta semana. Se accede desde la plaza del Obispo Cesáreo. Un comedor amplio, bien decorado y diáfano, dominado por la cocina acristalada pero con la discreción de unas lunas traslúcidas y lo suficientemente bien aislada para que no entren los olores de la cocina al espacio de comer.
Además de la carta, dispone de dos menús. Un menú que siempre cuenta con un arroz entre sus platos principales, por veinte euros y el ejecutivo, por 15, con tres primeros, dos segundos y los postres. Fui con un amigo y tomamos el menú ejecutivo. En los primeros yo opté por una crema de calabacín con setas y él por una ensalada César. La crema me conquistó ya nada más verla. Pero al probarla encontré toda una sinfonía de texturas y sabores que no hicieron sino ratificar lo que la vista ya había detectado. De segundo, tomé la dorada, con una crema de zanahoria y algas. De nuevo el sabor volvió a cautivarme gracias a la perfecta combinación de las algas y una cocción en la que el pescado se impregnó de un intenso sabor a mar. el trabajo de la cocina no solo es excelente en la puesta en escena de los platos, también en la elaboración.
Si a ello añadimos un servicio exquisito desde el momento mismo en que te sientas en la mesa, la suma es de sobresaliente. Uno de los mejores menús de Galicia.
