A pesar de que enero fue el más lluvioso del que hay noticias en Ourense, y de que febrero lleva el mismo camino, los expertos en cuestiones meteorológicas y climatológicas se resisten a considerarlo anormal

¡Agua va!, ¿es normal tanta borrasca?

Aspecto que presentaba ayer la zona de Rebordacha, en la carretera de Xinzo hacia Cualedro.  (Foto: MARCOS ATRIO)
La sucesión de borrascas con abundante lluvia y viento a lo largo de los últimos dos meses, está alimentando el debate popular en torno a la crudeza o virulencia de los fenómenos atmosféricos. El recuerdo es quebradizo y contribuye a apuntalar la tendencia ciudadana de entender como más importante o grave lo inmediato, frente a otros episodios análogos o de mayor entidad que tuvieron lugar en tiempos pretéritos, que si no están muy alejados en el calendario, sí han lo están de la memoria colectiva.
Es evidente que ha llovido mucho a lo largo de los meses de diciembre y enero, más de lo habitual, de la misma forma que ha sido un periodo con temperaturas por encima de la media histórica en esta época del año. La Xunta acaba de hacer públicos los datos correspondientes a enero, en los que se apunta que Ourense duplicó el número de días de lluvia que le corresponde en la estadística de ese mes.

En cuanto a las temperaturas, y también en lo que se refiere a Ourense, se caracterizaron en el periodo analizado por la suavidad, teniendo en cuenta la época del año, dado que en quince días la temperatura máxima se situó por encima de los 15 grados. En las mínimas, sólo diez días estuvieron por debajo de los cero grados y, concretamente en la ciudad, los termómetros no rebasaron los -2,6 grados de media, aunque en la provincia sí hubo valores más extremos, pero siempre lejanos a lo que es más habitual en esta época.


¿ES EXTRAORDINARIO, O NO?

Atendiendo a los datos, ¿es posible plantear que estamos viviendo una situación extraordinaria? En general, la ciudadanía tiene clara su postura en un sentido u otro, pero los expertos ya se muestran mucho más comedidos a la hora de responder. Lo cierto es que un somero repaso a las hemerotecas aporta un sinfín de noticias de temporales de lluvia, viento, nieves, frío? De hecho, cada año aparecen un par de episodios de este tipo, como promedio. En Ourense, sin ir más lejos, en diciembre del año 2000 se dio la estampa más espectacular que se recuerda, con el Miño ensanchándose hasta límites desconocidos en los tiempos modernos y la presa de Velle escupiendo agua a un ritmo infernal. La víspera del día de la Constitución de aquel año, por la noche, millares de personas se echaron a la calle para contemplar el río desde cualquiera de los puentes, las orillas, así como en la propia presa de Velle. El caudal cubrió la carretera de Monforte a su paso por la ciudad, y el Barbaña anegó los garajes del Edificio Solaina, en la calle Progreso.


FLACA MEMORIA

Volviendo al presente, para Miguel Fernández, físico, y responsable desde hace años de la estación meteorológica del instituto 'Chamoso Lamas' de Carbaliño, estamos asistiendo a una manifestación 'do funcionamento cíclico da atmósfera debido á inercia térmica'. Amplía su hipótesis confrontándola con el hecho de que 'nos finais de 2000 e principios de 2001, rexistráronse valores importantísimos de precipitación en Ourense. Pode entenderse que agora, trece anos despois, estamos ante un pico de otro ciclo, no que se alternan épocas de choiva intensa con outras de seca acusada'.

Estos ciclos, refiere Fernández, tampoco son novedad, pues ya aparecen reflejados 'en estudos feitos nos anos cincuenta e sesenta do pasado século'. Admite que los valores de lluvia actuales están por encima de la media, pero sin superar los valores absolutos conocidos, dado que 'no ano agrícola ?de setembro e maio- considéranse valores altos de precipitación os que se sitúan en torno ós 2.000 litros por metro cuadrado. Niste senso, en 1960 rexistráronse 2.200 litros, e no ano 2000 superáronse esas cantidades'.

Miguel Fernández también apunta que la evolución social ha impuesto cambios en la sensación de las personas, los cuales influyen en la impresión que tienen en torno a los fenómenos atmosféricos y sus efectos, por más que acudiendo a los datos, 'non estamos vivindo nada extraordinario'.

En cuanto a las causas, el meteorólogo carballiñés sostiene que confluyen al menos cinco o seis. Entre ellas menciona 'a variación da inclinación terrestre, as explosións e manchas solares', o 'a acción humana', si bien sobre el alcance de esta última apunta que 'hai en marcha estudos, cuio alcance está ainda por determinar', por lo que 'de momento' considera 'aventurado' pronunciarse al respecto.


CAMBIO DE PATRONES

Tampoco le parece anormal la situación a Nieves Lorenzo, doctora en Física y profesora del área de Física de la Tierra del campus de Ourense, además de investigadora del grupo EPhysLab (Environmental Physics Laboratory). Sí estima destacable 'que las borrascas se sucedan con la frecuencia que lo están haciendo'. La explicación a la situación actual tiene que ver, según Lorenzo, con el desplazamiento hacia el sur de la zona de generación de aire frío (chorro polar), tradicionalmente de origen antártico, que luego choca con las corrientes del trópico y da lugar a la formación de ciclogénesis. 'Significa eso que en menos de 24 horas la presión en el centro de la borrasca generada se produce una caída de 20 o 24 milibares, bajando de los 950, que es lo que confiere violencia a estos fenómenos'.

Sin ser categórica, Lorenzo estima que los vaivenes en las condiciones atmosféricas podrían estar relacionados con el cambio climático. Recuerda que 'una situación similar la hemos vivido en el invierno 2000-2001, en tanto que habría que ir a los años 80 para encontrar otro precedente más atrás', aunque apunta que el agua y viento de los dos últimos meses constituyen 'el periodo más duro de los últimos treinta años' en este aspecto.

Sostiene que el hecho de que 'el deshielo ártico haga descender el aire frío a latitudes más bajas, es consecuencia del calentamiento térmico que afecta a las zonas globales' y que explican, asimismo, 'las olas de calor que sufrimos en verano'. Su conclusión es que estamos asistiendo 'a un cambio de patrones en el comportamiento de la atmósfera'.

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