Opinión

AGUINALDO

Queridos Reyes Magos:


Soy de los que aún cree en vuestro sortilegio, y cada año os escribo una carta en la que plasmo mis deseos para el que viene. Más o menos vais cumpliendo mis peticiones, aunque, es verdad, no me concedéis todo lo que os encargo, seguro que, con buen criterio, para no alimentar de modo insano mi lógica codicia. De todos modos, y si sirve de mérito, os diré que permanezco fiel a Vuestras Majestades; sí, para mí, ese gárrulo gordinflón vestido de rojo, conductor de renos y de risa histriónica (JO, JO, JO) no es comparable a vuestra presencia, y nunca podrá competir con vuestra magia; supongo que porque desde niño fuisteis vosotros quien me visitaba, eso sí a oscuras y sin que os viera nunca en persona (¡qué listos sois, jodidos!, perdón). Lo de Santa Claus no sé a qué narices viene por estos lares. Yo creo que es cosa de los de la coca-cola, que ya nos metieron otras costumbres y seguro quieren aniquilar a los reyes de Oriente, quizás por lo de la amenaza islámica, o algo así. El caso es que cuando mis hijos me preguntan si va a venir Papá Noel, yo les digo que no, que en mi casa entran los Reyes Magos y punto, y que ese tal Noel trabaja en otros países a los que los camellos no quieren ir porque no les gustan las hamburguesas ni la comida prefabricada; al revés, les encanta los productos riquísimos de nuestra huerta. Y con ese argumento, por ahora, he conseguido que solo escriban la carta a Vuestras Majestades y no a Santa Claus, ¡es lo que me faltaba! Ahora bien, tenéis dura competencia, pues solo basta con ver esos monigotes de barba blanca colgados de los balcones de los edificios en lugar de briosos camellos montados por cada rey; tampoco he visto chicos contratados disfrazados de Sus Majestades en la puerta de las tiendas y sí en cambio vestidos de Papá Noel con barriga postiza, tocando la campanilla, muertos de frío, que me dan ganas de darles una limosna y no entrar en ese establecimiento jamás. Y para colmo siempre está el colega que te ve por la calle paseando con tus hijos, y ni corto ni perezoso les pegunta: '¿Qué le habéis pedido a Papá Noel?' Menos mal que los tengo aleccionados y el pequeño le suelta: '¡Santa Claus no existe, solo los Reyes Magos, que estamos en España, hombre!' Y el tipo va y se la envaina. También me topo con el casquivano que te manda por internet una felicitación erótico-festiva en el que unas modelos despampanantes, vestidas (desnudas) solo con el gorro de marras, cantan el Merry Christmas mientras exhiben sus turgencias. ¡Que no, que aún hay clases! Que la travesía desde Oriente es mucho más glamurosa que lo del trineo arrastrado por Rudolph.


Queridos Reyes nunca bien ponderados, yo os seguiré siendo fiel. Seguiré acostándome cada 5 de enero pensando que al día siguiente se empezarán a cumplir algunos de mis deseos. Y acudiré fiel a vuestra entrada triunfal en la ciudad, acompañado de mis hijos, que ya están nerviosos, muy nerviosos. Por eso, ¡ojo! con las coñas: No os paséis, no vengáis disfrazados de princesas, como años ha; decidle también a Baltasar que deje sus experimentos de pigmentación de la piel para otra ocasión. Para nosotros el rey negro siempre será negro.


Excelsas Majestades, os enviaré en breve mi carta. Haré promesas para el año entrante, como es costumbre. Algunas las cumpliré, otras caerán en el olvido, va con nuestra naturaleza. Mas nunca dejéis de ilusionarnos. Y no os preocupéis por el de los renos: aún no se ha visto un trineo volando, y sí muchos nómadas cruzando desiertos. Hasta siempre, Majestades.

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