Opinión

Al borde del ataque de nervios

Pedro Sánchez se ha empeñado en una campaña tan exhaustiva, tan intensa, con mítines diarios y constantes entrevistas, que su equipo ha empezado a sentir los nervios, porque  esa intensidad está mostrando  cierto hartazgo ante la constante  presencia del presidente en funciones.  

En sus comparecencias de televisión, Sánchez ha provocado que los programas hayan tenido menos seguimiento  del habitual. Todo un dato para sus diseñadores de campaña: a partir de la semana que viene el candidato no tendrá tanto protagonismo, entre otras  razones porque la atención va a estar centrada en la sentencia del Supremo y, en menor grado, en el traslado  de los restos de Franco.

Con un telón de fondo que interesa al ciudadano de a pie mucho más que lo que decida el Tribunal Supremo o el levantamiento de la lápida que cubre la tumba de Franco: la economía. Es lo que de verdad inquieta a la mayoría de los ciudadanos, que han asumido que se avecina una nueva y grave crisis.

Es la razón de que Pablo Casado, que ha optado por un perfil  más bajo en esta campaña, se vuelque en abordar las cuestiones económicas y exprese su preocupación por la falta de propuestas rigurosas. Acusa a Sánchez de hacer electoralismo con los números, empezando por la promesa de subir las pensiones acomodándolas al IPC y siguiendo por aportar a las administraciones autonómicas las cantidades que les corresponden cuando antes de convocar elecciones, el propio Sánchez se remitía al informe de la Abogacía del Estado que advertía de que un gobierno en funciones y con presupuestos prorrogados no podía dar traslado a esas cantidades debidas.

PODEMOS,ERREJÓN...

Los dos partidos mayoritarios, sobre todo el PSOE, analizan los sondeos que les pasan sus colaboradores para tratar de hacerse una idea de cómo van los asuntos electorales. Sánchez  estaba convencido de que con el adelanto electoral incrementaría su número de escaños, como reacción al bloqueo de Ciudadanos y al descuelgue de Podemos. Para él,  llegarían  de un número importante de votos que en abril habían sido de esos dos partidos. Los sondeos dicen que Ciudadanos efectivamente va a sufrir un importante bajón, pero en cambio no consideran que vaya a ser tan grave la caída de Podemos.

Hay un dato que repiten en Podemos y en el PSPE: que los sondeos que auguraban para Errejón un número de escaños similar al que podría lograr Podemos se hicieron antes de que se supiera en qué circunscripciones se iba a presentar Más País. Solo ahora, que ha elegido como candidato en Barcelona a un personaje gris y de trayectoria independentista, se ve a Errejón con menos posibilidades que cuando lanzó su Más País.  Con un ingrediente más a tener en cuenta: el acercamiento de Manuela Carmena, principal valedora de Errejón, al PSOE. Su afán actual es ser ministra o defensora del pueblo.

Los nervios de Sánchez se deben en gran parte a que conoce bien la trastienda de los sondeos que se publican y su amigo Tezanos le hace llegar el recado de que lo que se publica hasta ahora no tiene excesiva solidez, que el sondeo importante es el que prepara el CIS con un número muy considerable de encuestas de forma presencial y con un riguroso trabajo de campo, y que se hará público la semana anterior a que se inicie la campaña . 

El entorno de Sánchez le intenta tranquilizar con el argumento de que hasta ahora no hay motivo de preocupación porque algunas de las encuestas que se publican apenas han entrevistado a una docena de personas que se alinean con determinada ideología. Por trasladarle datos supuestamente fiables, hasta le han señalado que el PSOE está desmovilizado pero que se empiezan a ver signos de que, ante el miedo a que el incremento que se augura al PP pueda mandar a Sánchez a su casa, los votantes socialistas de abril, que se habían apuntado ahora a la abstención, pueden reaccionar para impedir un gobierno de centro derecha. 

La movilización puede venir provocada incluso por las propias encuestas: hay profesionales de larga trayectoria en sondeos electorales que afirman que algunos de ellos se utilizan hoy como un elemento más para influir en el voto. La izquierda que se apuntaba a la abstención podría acudir a las urnas ante el avance del PP, pero también antiguos votantes del PP desencantados con Pablo Casado podrían votarle ahora ante la supuesta consolidación  de Vox, que fortalecería a Sánchez al dividir el voto de la derecha.


En el último minuto


El dato en el que coinciden todos los profesionales de las empresas demoscópicas es muy significativo:  el voto se decide cada vez más tarde. Según los datos que lleva tiempo manejando el CIS, en torno al 9 por ciento dedice su voto  la última semana; y entre un 4 y un 5 por ciento, el último día. Todo esto explica  no solo que las encuestas hayan fallado en los últimos tiempos, con el añadido de que no es lo mismo hacer pronósticos sobre resultados cuando son tres partidos los que se presentan que cuando son siete u ocho, sino que explica que los candidatos se sientan tan inseguros sobre los resultados  y, como se dice coloquialmente, no les llega la camisa al cuerpo dando vueltas a lo que puede ocurrir la noche del 10 de noviembre.

El que se siente más tranquilo es Pablo Casado, porque fueron tan malos sus resultados en abril,  que  solo con conseguir una docena más de escaños ya puede presentarse como el hombre capaz de insuflar ánimo a un alicaído PP. Sánchez en cambio solo podrá apuntarse un tanto si alcanza  al menos los 135 escaños; cualquier otro resultado impediría la suma de los partidos de izquierda. No quiere ningún acuerdo con los independentistas -eso dice ahora-, y siente vértigo ante una debacle de Ciudadanos porque a pesar de lo ocurrido en la legislatura anterior cree que ahora Rivera está en disposición de apoyarle,  si no con un acuerdo de coalición sí con un pacto de legislatura. Incluso  cree que el propio Pablo Casado estaría dispuesto a impedir otro bloqueo.  

Esta última opción es la que prefiere Sánchez a cualquier otra en caso de que el centro izquierda no sume lo suficiente: un pacto con el PP sobre asuntos de la máxima relevancia,  incluidos los económicos, y que a continuación  el PP permitiera a Sánchez gobernar haciendo oposición a las cuestiones menos conflictivas y más cotidianas.

Antes de  que Sánchez sueñe con que pueda seguir al frente del gobierno, habrá que esperar  al resultado del 10 de noviembre y ver cómo reacciona este país ante  asuntos que están a flor de piel:  Cataluña, Franco … y la economía.

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