Opinión

Algo empieza a moverse en Cataluña

El último sondeo del Centre de Estudios de Opinió, el CIS catalán, anunciaba este misma semana que el voto independentista alcanzaría en estos momentos el 47 por ciento.

El titular, como advertimos en su momento, estaba muy forzado, lo que preguntan los encuestadores a los catalanes a los que entrevistan personalmente es si están de acuerdo con que Cataluña sea un Estado independiente dentro de Europa. En cualquier caso es evidente que el independentismo se ha incrustado con fuerza en la sociedad catalana, pero con ciertos elementos que se deben tener en consideración: el primero y más importante, que en otoño de 2013 el CEO indicaba, tras la extrapolación habitual tras realizar una encuesta, que el 54 por ciento de los catalanes eran independentistas; segundo elemento a tener en cuenta es que existe en la sociedad catalana la tendencia a confundir ansias independentistas con ansias de que se les reconozca lo que ellos llaman derecho a decidir y se les permita por tanto realizar la consulta sobre la independencia.

Y tercer elemento, nuevo, que se debe analizar con lupa: la aparición, en las últimas semanas, de un movimiento que se declara profundamente catalanista, incluso nacionalista, pero que abomina de la independencia y además de catalán defiende la españolidad. Se llama Sociedad Civil Catalana y en su acto de presentación en el Teatro Victoria centenares de personas se quedaron fuera del recinto porque el aforo se había cubierto sobradamente.

La idea de que crear un movimiento que defendiera sin complejos la españolidad de los catalanes se empezó a gestar en el otoño pasado cuando Artur Mas marcó la fecha de la celebración de la consulta, puso en marcha una Ley de Consultas Catalanas que diera base a su promesa de que la consulta sería legal –no especificó si legal según las leyes españolas o según una ley propia catalana que no tenía por qué ser reconocida en el resto de España- y anunció que si desde el gobierno central se impedía la celebración de la consulta convocaría entonces elecciones plebiscitarias.

A esos anuncios se sumó la constatación creciente de que los catalanes que no abogaban por la independencia eran considerados proscritos, traidores, y la actitud hacia ellos era de tal desprecio, incluso en el entorno familiar –la sociedad sufre una auténtica convulsión en Cataluña- que la mayoría de ellos decidió no expresar de ninguna manera su posición contraria a la independencia por temor a la marginación o incluso a la pérdida de empleo, como ha sucedido en algunos organismos e instituciones catalanas.

El inicio del movimiento catalanista-españolista (lo más importante de ese movimiento es el guión) no tiene un origen único, ni siquiera uno concreto, pero sí existe coincidencia en señalar que tuvo un papel relevante un periódico nacido en la red hace año y medio, Crónica Global, en el que participan personalidades de la cultura, la universidad, la empresa y el periodismo de muy distinta trayectoria e ideología, que al presentar el diario expresaron como objetivo “cubrir un espacio mediático en internet que está infrarrepresentado: el de todos aquellos ciudadanos de Cataluña que creen en los principios recogidos en la Constitución de 1978”. Todo un dato.

Al acto de presentación del periódico acudieron entre otros Pere Navarro, primer secretario del PSC hasta el presidente de Ciudadanos Albert Rivera, pasando por el portavoz del PP en el ayuntamiento de Barcelona Alberto Fernández o el impulsor de Federalistas d' Esquerra Manuel Cruz. Nada que ver unos con otros, excepto que se sentían catalanes y españoles.

Desde sus páginas se defendía la catalanidad dentro de España, y acogieron entre sus firmas a multitud de miembros de la sociedad catalana que confesaban su incomodidad con la ruptura que advertían a su alrededor. Uno de ellos, Josep Ramón Bosch, historiador y empresario, se encargó de poner en marcha el proyecto de Sociedad Civil Catalana y ser en su inicio su cara visible y portavoz.

En el manifiesto fundacional con el que anunciaban su creación, defendían que “No queremos quedarnos pasivos ante el intento secesionista de desarraigarnos del resto de españoles rompiendo los vínculos profundísimos que nos unen; o que nos aparten de este proyecto ilusionante que es Europa. Esta pretensión no sólo implicaría enormes costes económicos que irían contra el bienestar de todos los catalanes sino, también, emocionales y afectivos, produciendo una fractura en la sociedad catalana cuya esencia es y ha sido siempre integradora”.

A los dos días, 1.500 catalanes se adherían a esos principios y, ya como grupo formado, la primera iniciativa pública del equipo directivo fue acudir el 8 de abril a Madrid al Congreso de los Diputados, el mismo día que se debatía la petición de cesión de competencias a Cataluña para celebrar una consulta de autodeterminación. En el Palacio de la Carrera de San Jerónimo se reunieron con los portavoces parlamentarios del PP y UPyD y miembros destacados del grupo socialista. Diputados y miembros de todos estos partidos, y también de Ciudadanos y Vox, entre otros partidos catalanistas entre ellos Unió Democrática de Catalunya, ya han expresado públicamente su apoyo a este movimiento que de ninguna manera quiere convertirse en partido político.

SALIR DEL ARMARIO

Precisamente este propósito de que jamás será partido político, ha abierto puertas en miembros de otros partidos que no son independentistas y que no miran a Sociedad Civil Catalana como rival sino como proyecto que coopera en la catalanidad dentro de España. En ese sentido fue importante el respaldo inicial que dieron a SCC los socialistas Montilla y Miqel Iceta, que ya no pertenecen al núcleo de dirección del PSC pero son dos de los hombres más influyentes del partido. Pere Navarro no ha expresado su apoyo público pero sí envió a un miembro del PSC al acto de presentación en el teatro Reina Victoria, que los dirigentes de SCC quisieron que fuera una fecha muy significativa para la sociedad y la cultura catalana, el 23 de abril, Día de San Jordi, el patrón de Cataluña que se celebra tradicionalmente con intercambio de libros y rosas.

¿Quiénes forman parte de SCC y cómo se financia? Se han sumado profesionales de muy distintas áreas, entre los que destacan profesores universitarios y empresarios. Hasta el momento han logrado algo menos 2 mil socios que contribuyen con cuotas anuales por un mínimo de 60 euros. Cuentan entre sus filas con destacados periodistas que alientan el espíritu de un movimiento cuya prioridad actual es que no se celebre la consulta fijada por Artur Mas a no ser que se encuentre la fórmula para que sea legal, lo que significaría entonces que no sería una consulta independentista; y, segundo, que se profundice en el diálogo con el gobierno de España para que se encuentre la fórmula que permita echar abajo el ambiente de desafecto mutuo que hoy se vive.

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