Opinión

Alimañizados

Martes, 1 de diciembre 

Ayer me llamó un contertulio: “Estoy desolado, hoy he borrado de mi vieja agenda otro nombre amado. Todo lo apunto, los vaticinios son que quieren vaciar nuestra memoria para controlarnos mejor”. Después fue un día de reflexión con algunos de mis contertulios, recuerda, hermano lector, que la amistad es lo único que no envejece. Llevamos ya mucho tiempo sin reunirnos. Todos hemos resistido en nuestras madrigueras como gatos panza arriba. Al fin, hay muchas cosas que no dependen del hombre. Como si los dioses quisieran darnos un escarmiento por nuestra desquiciada forma de vivir. Y ahí vamos, perdidos en este delirante siglo XXI. Canta Radio Futura al poder “por querer controlar lo que ocurre en el mundo/ confundiste al echar/ el azúcar por sal;/ qué malo está, qué café, qué horror, qué mundo…” Parece como si los dioses allá detrás del velo quisieran darnos un escarmiento por nuestra babilónica forma de vivir.

Muy avanzado el siglo pasado yo todavía vi cómo los creyentes sacaban las imágenes y las reliquias en procesión, y rogaban al severo dios cristiano se apiadase y mandase lluvias para las inhóspitas cosechas. En los tiempos de la cruel gripe española, allá en 1918, cuentan los historiadores que abundaban extensas procesiones con antorchas. Qué barbaridad, hermano, fallecieron cincuenta millones de seres humanos, muchos más que en la demoledora Segunda Guerra Mundial. Los paisanos se daban golpes de pecho en las calles, los más se entregaban a vicios nefandos. Los carros pasaban llenos de cadáveres y llegó un momento en que todo estaba permitido, el saqueo, el crimen y las violaciones se sucedían sin interrupción.2020-12-06 ANGULO INVERSO Ilust

Pero te cuento. El lúcido y polémico escritor zamorano De Prada escribió sin cortarse un pelo que después de esta pandemia saldremos “alimañizados”. Ya sabes, alimaña es un animal cruel que despedaza un cadáver en segundos, que saquea todo lo que vive, se devoran unos a otros. En nuestro inconsciente son seres mitad hombre y mitad animales; sombras errantes sin descanso y sin sepultura. De Prada está convencido de que después de esta pandemia seremos peores, más gélidos y más cabrones.

Me ha hecho pensar mucho su artículo. Tal vez sea cierto: entregaremos dócilmente las ya menguadas libertades de que disponemos a cambio del viejo cuento de más seguridad. Nos meterán más miedo en el cuerpo hasta asustarnos. Harán de nosotros unos zombis. ¿Confías, hermano, en quienes nos mandan? Mira sus rostros vencidos, sus ojos que no brillan y sus largas chácharas huecas. Los filósofos ya definen los nuevos tiempos como el triunfo de los mediocres. Mi generación está escarmentada, gritábamos ¡revolución!, y todo se quedó en agua de borrajas, en ese sucedáneo light que llaman ONG. Ya el mítico Brassens cantó en “Mala reputación”: “A la gente no le gusta/ que uno tenga su propia fe”, ¡ay!, que uno piense por sí mismo.

Jueves, 3 de diciembre

La vacuna, por fin, mientras Europa festeja su nueva dentadura de misiles. Otras vacunas que van a acontecer y serán obligatorias: vacuna anti sueños juveniles. Y dicen que está muy avanzada otra vacuna muy obligatoria: la anti reflexiones tóxicas. El prospecto dice que te evitará por ejemplo esa antigualla que es el “arte de pensar” y te mantendrá en una sedativa tiniebla.

Viernes, 4 de diciembre

La gran pregunta es si después de esta peste seremos capaces de corregirnos. Estoy muy sorprendido, el lúcido psiquiatra sevillano Rojas Marcos no lo tiene tan claro. Siempre muy cercano a Freud, afirma: “La tragedia y el dolor no nos harán mejores personas”.

El vidente escritor Albert Camus conoció bien la guerra y la peste en Orán. Afirma que en su experiencia personal, en los momentos decisivos, el ser humano es más proclive a las gestas nobles que a las miserias humanas. Cierto, “La peste” es el título de uno de sus libros imprescindibles. Te invito, hermano, a leerlo, te ayudará a comprender este aciago momento que vivimos. Ay, ¿te das cuenta? ya no se cantan odas a los sanitarios ¿qué ocurre?

Recuerdo aquel mensaje de Tierno Galván a nuestra generación “estaros al loro”. Y el viejo campesino también avisa “vélate”. Al fin, es un esplendor estar vivo.

(Anduve investigando aquí y allá y me he encontrado con el pensamiento optimista de ese gran cardiólogo  que lidera el mejor hospital de Nueva York. Te hablo de Valentín Fuster, 76 años. Te cuento de él, todavía una vez al año sube el Tourmalet. Una vez por semana viaja a Madrid y atiende a pacientes sin recursos. Fuster está convencido de un gran cambio: “Este primer mundo que sólo piensa en economía, aprenderá de esta pandemia y dará paso a otros valores olvidados. Estoy seguro de que la llamada tercera edad volverá a protagonizar el mundo, se tendrá en cuenta su sabiduría y sus valores. Lo personal, lo cercano, lo humano tomará fuerza y sustituirá a este mundo metálico”. Ah, hermano lector, “largo es el día para el que no ama”.)

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