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Alimentación en el párkinson

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photo_camera Sustituir el pan tradicional por pan tostado mejora la deglución.
La dieta de las personas con párkinson, que no se aleja de las pautas de alimentación recomendada para el resto de la población, debe ser, a mayores, adaptada y vigilada, para satisfacer las exigencias nutricionales

¿Qué guías de alimentación se pueden seguir en la enfermedad de Párkinson?
Ana Montes C. 
(Ourense)

El párkison es una enfermedad degenerativa muy limitante, que afecta la calidad de vida de las personas. Su frecuencia en Europa es bastante alta, 1 de cada 10 personas es diagnosticada antes de los 50 años de edad (http://www.epda.eu.com/). La manifestación del déficit neuronal avanza con la aparición de síntomas tanto motores (temblores, rigidez) como no motores (trastornos digestivos, cognitivos, psíquicos...) que dificultan actos de la vida cotidiana, como la alimentación. El movimiento involuntario de los músculos invalida no sólo, para llevar el alimento a la boca, sino también para apreciar su aroma, su gusto, para masticarlo y finalmente para tragarlo.  

En este sentido, la dieta de las personas con párkinson, que no se aleja de las pautas de alimentación recomendada para el resto de la población, debe ser, a mayores, adaptada y vigilada, para satisfacer las exigencias nutricionales que sobrelleva su avance. Los objetivos dietéticos se logran procurando una dieta variada con todos los grupos de alimentos. Ahora bien, es preciso adaptar los alimentos y las comidas del día a día. 

Indicaciones dietéticas y recursos para mejorar la alimentación de las personas con párkison:  

a) Proveer de alimentos ricos en proteína como carnes magras, pescados, huevos y legumbres, que aporten la base proteica y mineral de los mecanismos de defensa.

b) Incorporar al menú, alimentos con fibra. Hortalizas, frutas y cereales de grano entero, ayudan en la función digestiva y evitan el estreñimiento propenso en esta enfermedad. 

c) Incluir pescado azul, aceite de oliva, nueces y lácteos fermentados. Los alimentos y bebidas ricas en calcio, vitamina D, y grasas saludables mantienen los huesos fuertes y protegen de la osteoporosis. 

d) Repartir las comidas en raciones pequeñas. Con ello se mejora el acceso y la manipulación del alimento para llevarlo a la boca. Un nutricionista experto puede ayudar a organizar un plan de menú adaptado.  

e) Modificar las texturas de los alimentos añadiendo aceites, vinagretas suaves, gelatinas, leche, margarinas, caldos o zumos a las preparaciones sólidas y así conseguir texturas más suaves que faciliten la masticación.

f) Evitar alimentos con riesgo de aspiración (semillas, pieles, espinas, etc.). 

g) Alternar bocados de alimentos sólidos con sorbos de líquidos espesados.  

h) Mantener el aporte de proteínas 0,8 g/Kg/día. En casos de desnutrición debe valorarse la suplementación proteica (oral o enteral). 

i) Adoptar una postura lo más correcta posible al comer. 

j) Usar cubiertos curvados y forrados con materiales ligeros. Estas adaptaciones permiten manejar con seguridad y cierta facilidad los utensilios de comedor. Igualmente es útil emplear tazas, platos y vasos especiales para reducir el derrame de líquidos.

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