Opinión

Allegados y dispersos

Las recomendaciones médicas y científicas suelen ser conservadoras ante cualquier riesgo, la política ha entrado en pánico y el personal asiste con resignación a un braceo normativo que aleja a los colegas pero permite sentir la respiración de un desconocido en la tonsura cuando no queda otra que subirse al transporte público. Los 38.869 contagios registrados el martes en todo el Estado suponen una plusmarca en un solo día, aunque los 195 muertos, que son una barbaridad, son muchos menos que en las jornadas de abril cuando se celebraba estar por debajo de los cuatro dígitos. Los nuevos positivos de covid en Galicia fueron 1.047 y se contabilizaron 6 muertes, según los datos de la Xunta: "Muller de 84 anos, muller de 88, home de 92, home de 86, muller de 91 e home de 100 anos".  

Del "todo va ir bien" entonado durante el confinamiento se ha pasado al "todo puede ir a peor" tras el fogueo navideño. Con las competencias delegadas en las autonomías en el decreto del estado de alarma se aprecia en el Consejo Interterritorial qué presidentes quieren gestionar las singularidades de su tierra y los que se sentirían más cómodos con la tutela del Gobierno central para escaquearse de la responsabilidad. El ministro Illa persiste en la idea de que el confinamiento de la población, como defienden Castilla y León, Andalucía o Murcia, sería malgastar el último recurso cuando hace un par de meses se evitó el colapso sanitario con el toque de queda, los cierres perimetrales o las restricciones a la hostelería. Núñez Feijóo, a veces criticado en este folio, tiene plan propio que no pasa por el confinamiento y le ha permitido mantener a Galicia en mejor situación epidemiológica que la media y poner ritmo de crucero en la administración de las vacunas recibidas. Mantener los gimnasios abiertos puede parecer una decisión menor en Galicia, pero un leonés o un castellano, que ya soportaban el toque de queda a las 22 horas, lo contemplan con envidia, sobre todo si eres el dueño del centro deportivo. El sábado pasado Feijóo adelantó el cierre de la hostelería a las 18 horas y "la respuesta de la juventud fue", según voceaba diez minutos después un mozo coruñés en María Pita, "emborracharse antes". Ahora será con cuatro allegados y todos dispersos a las seis. 

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