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'Angkor Drug', la otra cara de los famosos templos camboyanos

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Con el auge del turismo en la zona crece la delicuencia y el tráfico de drogas

Los templos de Angkor, declarados patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, atraen cada vez más visitantes al noroeste de Camboya, pero a la sombra del auge turístico prolifera la delincuencia y el tráfico de drogas.

El problema ha aumentado de forma destacada en los últimos tres años en Siem Reap, la población que arropa al complejo histórico, indicó a Efe el secretario general de la Autoridad Nacional para la Lucha contra las Drogas, Meas Vyrith.

"En este periodo de tiempo (el trienio), consideró que hay una epidemia de consumo y tráfico de drogas en la ciudad, el centro y las zonas rurales", añadió Meas Vyrith.

La afluencia de turistas a Angkor ha pasado de las 1,6 millones de personas registradas en 2006 hasta los 2,2 millones de visitantes contabilizados el año pasado.

"Los viajeros con más presupuesto y más jóvenes son los más susceptibles a estas tentaciones, y son el objetivo principal, como es evidente en Pub Street", señala una extranjera que trabaja desde hace años en el sector del turismo en Siem Reap, sin querer revelar su nombre.

Pub Street es la arteria principal de la vida nocturna de la ciudad y se prolonga por las calles adyacentes a través de restaurantes, bares y carritos ambulantes que venden bebidas alcohólicas.

Los conductores de motocarros, conocidos como tuk-tuk, se mueven entre una clientela que incluye desde familias a jóvenes mochileros.

Es a los turistas solitarios o que se mueven en pequeños grupos a quienes se ofrecen de manera preferente drogas y mujeres.

"El precio de la droga es bajo y la demanda es alta, y la policía continúa aceptando sobornos para mirar hacia otro lado", apunta la trabajadora del sector turístico.

En agosto, veinte establecimientos cercanos a Pub Street recurrieron a las autoridades para combatir la delincuencia en el barrio y la cultura del soborno que permite la proliferación de puestos ambulantes ilegales.

El turista no es la única víctima de las drogas, también lo son los más vulnerables de la población camboyana y en particular la juventud.

"El acceso a las drogas es muy fácil, muchos niños las toman", asegura el fotógrafo Serey Siv, que trabaja en documentar las condiciones en un centro de rehabilitación gubernamental.

Los internados se ven obligados a pagar grandes cuantías de dinero en sobornos para poder recuperar la libertad y escapar de las instalaciones donde, según Serey Siv, las condiciones se parecen más a las de una cárcel que a las de un centro de tratamiento.

Siem Reap no es solo un lugar de consumo de drogas sino también un "punto caliente", de acuerdo con Meas Vyrith, del tránsito de narcóticos en la región.

Así lo puso de manifiesto el arresto de la venezolana Neilin Coromoto Mejías el pasado febrero en el aeropuerto de Phnom Penh, adonde llegó con dos kilos de cocaína que pretendía llevar hasta Siem Reap para su distribución fuera de Camboya.

"Hemos encontrado muchos casos de tráfico de drogas a través del aeropuerto internacional de Siem Reap. Pero las drogas que la policía encuentra no son las más populares en Camboya", confirma Meas Vyrith.

El "yamma" (metanfetamina) es la droga más consumida en Camboya, donde su demanda ha aumentado en los últimos años y ha convertido al país en un centro de producción, tránsito y destino, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

El Gobierno comenzó en enero una campaña nacional de seis meses contra el narcotráfico que ha llevado a la detención de 5.000 personas en los tres primeros meses, de acuerdo con los datos de la Autoridad Nacional para la Lucha contra las Drogas. 

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