Cartas al director

Aplaudir o no aplaudir

Nos movemos ágiles en aguas que, cuando bajan bravas, obligan a la mente a buscar soluciones urgentes que pongan nuestra vida a salvo en primer lugar. No dice esto nada malo del ser humano, al contrario, supone la reafirmación de su respeto por la vida, aunque esa vida sea primero la suya; el encuentro entre querer vivir y el egoísmo por sobrevivir que conforman la esencia de una persona. 

Por eso, es contradictoria la actitud de Pablo Iglesias que hoy acepta, como vicepresidente del Gobierno, laureles que ayer rechazaba como oposición, no solo política sino moral, por considerarlo ego fomentado por el feroz capitalismo, innecesarios claro si no estás en el poder. 

No es necesario ser héroe para que te quieran y te respeten, solo ser uno mismo, incluso ni eso, al ser el amor ciego el resto no depende de nuestras virtudes sino del tamaño de la venda de los demás. Por eso es necesario que nos adaptemos sin traumas a los cambios personales que nuestra nueva condición política pueda requerir y que es mejor aceptar antes por educación que por obligación, como los experimentados por el vicepresidente, que ayer, por condición política, guardaba sus manos en los bolsillos del vaquero en el Congreso de los Diputados y hoy, por condición real, toca palmas y sigue el ritmo en el mismísimo tablao nacional.