Cartas al director

Aproximación a los curiosos impertinentes

“Aquí volamos de la uniformidad aburrida y la civilizada monotonía de Europa a la frescura chispeante de un país original que no ha cambiado, donde la antigüedad se da la mano, donde el lujo y el exceso están junto a la privación y la pobreza, donde la falta de todo lo que es generoso y misericordioso se mezcla con las virtudes más heroicas, donde la crueldad más fría se encuentra al lado de las fogosas pasiones africanas, donde la ignorancia y la erudición se encuentran en violenta y sorprendente contraste”… “El pueblo español es muy superior  a sus dirigentes y clases altas” (Richard Ford, “Manual para viajeros por España”, 1844).

Tardé mucho tiempo en llegar a entender nuestra idiosincrasia, nuestra propia historia, alejada de recitar la lista de los reyes godos, la Reconquista de Don Pelayo, la cristianización del Nuevo Mundo, y el glorioso Alzamiento Nacional que nos convertiría en ser los centinelas de Occidente. Todo comenzó cuando descubrí con la lectura de libros de aquellos escritores, mayoritariamente británicos, en el siglo XIX, que recorrieron toda nuestra geografía, que la amaron como la padecieron cuando el “establishment” chauvinista los tachó de curiosos impertinentes. El desprecio de Castilla por ignorancia, que diría Antonio Marchado.

Mi primer encuentro con aquellos autores tuvo lugar en la londinense “Library Foyles” de Charing Cross Road, hace más de cincuenta años. Una inmensa estantería dedicada a España. Libros escritos en inglés o traducidos al castellano por “Ruedo Ibérico”. Libros cuya lectura estaba prohibida en España. El primer libro que cayó en mis manos fue “South from Granada” de Gerald Brenan. Un enamorado de La Alpujarra, en donde vivió y murió. Con dicho autor pude descubrir la primera sociología de España en su gran obra “El laberinto español”. Ello causó mi interés en conocer qué impresiones causaban en aquellos viajeros románticos nuestra península. A Brenan siguieron lecturas numerosas de Richard Ford, George Borrow, Graham Green, Stanley Payne, Hugh Thomas, Paul Preston, hasta el actual Ian Gibson.

Ian Gibson me ha vuelto aproximar a aquellos curiosos impertinentes con su última obra: “Aventuras ibéricas” (Ediciones B, 2017). Autor de profusas obras sobre España. Es el que más nos ha dado a conocer a aquella imborrable Generación del 27. Se considera un curioso impertinente, y que le ha hecho enamorarse de España: “Y si a veces mi impertinencia parece demasiado evidente, le ruego al lector que lo achaque al hecho de que desde 1984 tengo la nacionalidad española, pago mis impuestos… y, a diferencia de algunos, no he tenido ni tengo cuenta alguna en Suiza, Andorra u otro paraíso fiscal. Considero que ello me da cierta libertad para opinar sobre mi país de adopción e incluso, cuando me parece necesario, esbozar alguna pequeña irreverencia”. Gracias, Gibson, por retrotraerme a los curiosos impertinentes.