Opinión

¡Ay…! Si me dicen que

Un verso, de los bastantes que conozco y memorizo, de mi admirado Fernando Pessoa, rima así: “¡Ay, qué placer/ no cumplir un deber!/ ¡Tener un libro que leer/ y dejarlo de hacer!”. Un ¡Ay…! de antimanual para lectores. También en los actuales tiempos, de perniciosos acontecimientos que ya interiorizaron para siempre nuestras vidas, donde frente a la incertidumbre y miedo por lo nunca visto, existen realidades de fácil respuesta y nada imposibles, y que, sorprendentemente, nos hacen exclamar: ¡Ay…! si me dicen que. Como la ausencia de transparencia de los nombres de los expertos que deciden por la población, pues el ¡ay…! es de lamento y desconfianza. Que en pleno siglo XXI se nos niegue, con la excusa de no saber o de modificar la contabilidad, el número de muertos por una etiología es inimaginable; cada administración tiene su número, hasta las funerarias discrepan y algo deben saber del tema. Pero, como aún estamos en estado de alarma y tiempo habrá para debatir el porqué de muchas tomas de decisiones y no otras, que nos llevan a liderar récords negativos a nivel mundial, es cómo para exclamar ¡ay…!, la que nos espera. Muchos ¡ay…! si me dicen que:

1. Si, cuando empezamos el año, me dicen que me encontraría, a estas alturas del calendario, empoderado con más de dos meses de estado de alarma a cuestas, por mor de una pandemia, no es que lo aceptara o no, es que no me lo creería ni soñando despierto. La realidad supera a la ficción y me hace saber que no hay nada imposible en la vulnerabilidad de la especie humana.
2. Si me dicen que, transcurridos dos años de la moción de censura a Rajoy, a día de hoy los triunfadores de tal moción no fueran capaces de aprobar unos presupuestos alternativos, con lo denostados y perversos que eran aquellos, y que se lo tuvieron y tienen que “comer con patatas”, como proféticamente se lo vaticinara Rajoy en el momento de la aprobación, pues no me lo creería y me parecía un imposible de toda imposibilidad. ¡Ay…! qué impostura.
3. Si me dicen que, en pleno estado de alarma, el muñidor responsable se aprovecha del momento y circunstancias y nos endilga por vía decretos-leyes reformas que nada tienen que ver, ni son urgentes, en la lucha contra la pandemia, como la Ley reguladora del Servicio de Inteligencia, para beneficiar a su vicepresidente Iglesias en el CNI, o la resolución de los procedimientos para conceder indultos, o modificación de la gestión del sistema de pensiones de los funcionarios, o la Proposición de Ley por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995 del Código Penal para despenalizar las injurias a la Corona y los ultrajes a España –concretamente el 2 de abril, momento de máxima contagiosidad y letalidad del covid-19- es como para berrar: ¡Ay…!, si me dicen que.
4. ¡Ay…!, cuando se hace de la mentira virtud, haciéndolo con tanto descaro y tan frecuente, que sólo se sonroja el mentiroso cuando dice una verdad; y esta es la política que nos asiste en tiempos de pandemia, cuando debiera ser diametralmente lo contrario, el enfrentamiento es inevitable.
5. ¡Ay…!, eso de autollamarse progresistas y olvidarse de haber criticado el “plasma informativo” del anterior presidente y ahora, sin embargo, los mismos progres críticos obligaron a los medios a facilitar por escrito sus preguntas al presidente ¡antes de las conferencias!... ¡Ay, ay y ay…! Pero rectificaron, que es cuando aciertan. 
6. ¡Ay…! Si me dicen que el Gobierno firma la derogación íntegra de la reforma laboral con socios de investidura antes de una votación y transcurrida ésta informa de que no es así tal documento escrito… es como para hablar de trilerismo y no de política.
7. Si me dicen que el 20 de enero el presidente del Gobierno informa de que la Nissan no se va de Barcelona y, cuatro meses después, ocurre todo lo contrario, y la excusa es que “la cosa viene de años atrás”, cambiando lo que podía ser una mentira por una oportunista excusa, es que el Gobierno no tiene arte ni parte del cierre de la multinacional. Si lo informado le saliera bien: ¡Ay, qué placer…!
8. “El mentir de las estrellas es un muy seguro mentir, porque ninguno ha de ir a preguntárselo a ellas”, es que tenemos un Gobierno de estrellas, que aún no se ha estrellado. Un ¡ay…! de antimanual para políticos del Gobierno.

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