CUENTA DE RESULTADOS

Calviño, por un lado; los otros, "por ningures"

20180908-ss636720157095373823
photo_camera Nadia Calviño, titular del Ministerio de Economía.

En el Gobierno ya hay dos discursos económicos. La ministra Nadia Calviño parece querer poner orden, mientras ve cómo el PSOE –y Pedro Sánchez– están en plena luna de miel con Podemos. ¿Hasta cuándo?

El panorama español dibuja un paisaje con asuntos económicos importantes en materia de deuda, déficit y paro, que hay que saber gestionar, y a la vez se ve dominado por el impacto de su crisis territorial, otro asunto peliagudo, capaz de cambiar las expectativas de la economía española para 2019. Dicho en palabras de la propia ministra de Economía, Nadia Calviño, algunos indicadores económicos ya reflejan la desaceleración. Traducido: habrá crecimiento pero no tanto como en los últimos meses.

Curiosamente, el discurso de la ministra Calviño se corresponde poco –o nada– con las generosas negociaciones que mantiene el presidente Pedro Sánchez con su aliado parlamentario Pablo Iglesias, líder de Podemos. Ni siquiera los propios socialistas saben cómo se pagarán ciertas cosas de las que se está hablando en el nuevo escenario que define Calviño.

En España se está hablando mucho de políticas expansivas de gasto –deseables, sin duda– pero poco del nuevo contexto económico, con un crecimiento que tiende a moderarse, un riesgo de menores ingresos si no se hace una reforma fiscal, y varios factores de incertidumbre en el exterior, alguno ligado al turismo, que es el petróleo español.

Basta observar un poco la economía para darse cuenta de que las capitalizaciones del Ibex-35 están en entredicho y que los grandes bancos lo están pasando mal como consecuencia de sus inversiones en Turquía, Argentina y México. Tampoco es baladí lo que sucede en muchas empresas, cada vez más afectadas por Amazon o Alibaba en la distribución. Se escuchan muchas quejas pero son contadas las noticias de las firmas que están cambiando de modelo de negocio, subyugadas por americanos y chinos. Parecen no darse cuenta de que las compañías que basan su distribución en redes de oficinas o tiendas están quedándose obsoletas frente el empuje de los grandes grupos online.

Ya no es solo el impacto de la Gran Recesión que activó la caída de Lehman Brothers. O la crisis de la construcción. Hay nuevas amenazas, producto de guerras comerciales, nuevas estrategias empresariales, el peso de China... Y la solución no parece que sea la vuelta al ladrillo o poner todos los huevos en la cesta del turismo. Máxime cuando el incontrolado Donald Trump puede provocar situaciones como la vista en Turquía, ahora con siete liras por euro, con la lógica repercusión negativa sobre el turismo español, tan importante en el PIB.

El propio sector turístico reconoce que está poniéndosele una cara bien distinta para el próximo año, partiendo del rostro sonriente que tenía en junio pasado, hace apenas dos meses. Todo esto prueba también que ahora pueden pasar las cosas en mucho menos tiempo que antes y que solo una acertada diversificación económica transmite un mínimo de seguridad.

Pero por muchos esfuerzos que hace la ministra de Economía, para centrar las cosas, sus compañeros de gabinete –encabezados por su presidente– y los aliados parlamentarios quieren salir de fiesta y, lejos de hablar de los problemas, se entretienen con sus ensoñaciones en materia de gasto. A día de hoy, ya hay dos discursos divergentes: el de Nadia Calviño y el de todos los demás miembros del gabinete. ¿Será la ministra gallega el Solbes de Sánchez? Los hechos son tercos: A los problemas de deuda, déficit y desempleo se suman la crisis catalana y varios factores externos, ninguno de ellos bueno para España.

@J_L_Gomez

Te puede interesar