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Cellarium, Albariño que retrata el paisaje del Miño

El resultado es un Albariño excepcional, fresco, afrutado, y a la vez elegante y complejo. Un vino para beber con todos los sentidos.

Hace unos meses venía a esta sección el primer vino de Genus de Vinum, el proyecto personal de Ana Méndez, que trabaja desde hace años en la elaboración de vinos muy personales, extraordinariamente cuidados y con una producción muy limitada. El primero que ocupó esta página fue su Ribeiro Versatus. Hoy es un Albariño elaborado en O Condado, una región vinícola que tiene más historia que la denominación de origen de la que es subzona, Rías Baixas. De hecho, la finca de la que salen las uvas con las que se elabora este vino es anterior a la denominación de origen, en una zona con un clima y un suelo que se parece más al Ribeiro que a otras subzonas de Rías Baixas como Salnés o el Valle del Ulla, o incluso Soutomaior. El Miño es aquí el gran mediador que suaviza los inviernos y los veranos y al que están orientadas la mayor parte de los viñedos, de O Condado y de sus hermanos de la otra orilla, en la subregión Monção-Melgaço de Vinho Verde.

Cellarium, que así se llama nuestro protagonista de hoy es hijo de un viñedo plantado en emparrado, otro de los rasgos característicos de la viticultura tradicional de O Condado, aunque ya empiezan a ser numerosas las fincas en las que se trabaja en espaldera. El emparrado protege a la uva de los fuertes soleamientos del verano y de la humedad del suelo en primavera y encaja perfectamente con el entorno y la variedad escogida, la Albariño. Una de las singularidades de Genus de Vinum, a la hora de elaborar es la microvinificación. Pequeños depósitos de quinientos litros, dan lugar no ya a un vino de finca, sino de fila de cepas, de parra, en este caso. Y es que en una misma finca puede haber diferencias apreciables entre una zona y otra, en función de la altura, la orientación, etcétera. Tras la fermentación y una crianza mínima de seis meses con sus lías finas, se procede al ensamblaje de esos depósitos independientes, buscando siempre ese vino especial en el que Cellarium se convierte, una vez que ha reposado otros seis meses en botella antes de salir al mercado.

El resultado es un Albariño excepcional, fresco, afrutado, y a la vez elegante y complejo. Un vino para beber con todos los sentidos.

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