crónica

Un centro pionero con el espejo de Alma

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photo_camera Alma, alumna de la escuela infantil, se encuentra con Arturo, su abuelo, usuario del centro de día (JOSÉ PAZ).
El Centro Interxeracional de A Farixa, proyecto vanguardista que combina escuela infantil y centro de mayores, cumple un año. Ninguno de los ideólogos pudo predecir a Alma, la niña que aceleró la convivencia de la mano de su abuelo Arturo

Alma no levanta un palmo del suelo y es la pieza clave del funcionamiento de un proyecto pionero en España ubicado en Ourense en el que la Fundación Amancio Ortega ha invertido 5,6 millones de euros. El Centro Interxeracional de A Farixa, escuela infantil y centro de día para mayores en el mismo edificio. El diseño está pensado para que las relaciones entre niños y mayores vayan de menos a más: un patio une la escuela y el centro de día, espacios diáfanos en los que el contacto visual es permanente. Al principio se veían, tímidos, a través de los cristales. Ahora se miran, se reconocen y comparten rutina. Son 80 pequeños y 40 mayores. Ninguno de los ideólogos del proyecto, que cumple un año, pudo predecir a Alma. Sin embargo, no es exagerado afirmar que se lo deben todo. 

Dicen los expertos que hay niños que se asustan con los abuelos, niños que nunca han visto a una persona mayor. También dicen los expertos que estamos robándole a la infancia el conocimiento de la vejez. "Hemos ido compartimentando las etapas de la vida y a veces se le hurta a la infancia los problemas de los mayores", dice el psiquiatra ourensano Raimundo Mateos. La necesidad de los proyectos intergeneracionales no necesita mucha más justificación. Hay 80 familias de la ciudad que han confiado en el Centro Interxeracional de A Farixa para llevar a sus hijos de entre 0 y 3 años. Una es la de Alma. Aquí todos la conocen. A ella y a Arturo.

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Así funcionan las relaciones


11,00 horas de ayer en la escuela infantil del Centro Interxeracional de A Farixa. "Estamos en periodo de adaptación", explica la directora, Belén Pérez. La banda sonora la ponen los llantos de los pequeños, que todavía acuden con los padres para superar estas primeras semanas. "¡Dálle, Esther, dálle!", anima una compañera a la usuaria del centro de día que columpia a uno de los niños en la escuela infantil.

"¿Quién se viene a ver a los abuelos?", anuncia la directora de la escuela. Thiago lidera la misión. Van en grupos de cuatro o cinco pequeños. "Grupos de confianza": mismos niños visitan a los mismos mayores durante un periodo de tiempo determinado. En 15 días habrán forjado una relación más estrecha. "El objetivo final es que los encuentros sean naturales. Por la mañana desayunan y los mayores tienen talleres de gimnasia, de memoria, de cocina... Preguntamos: '¿Os apetece ir al patio?' Y vamos. Al revés igual. A veces llegan los niños al taller de cocina y se meten a trabajar con nosotros", explica Adriana Pérez, responsable del centro de día. 


Grupos de confianza


A Thiago, que tampoco levanta un palmo del suelo, le ha sobrado el tiempo para enredarse en los aparatos de gimnasia de los mayores. Su compañera Selene se sienta en el regazo de una usuaria que trata de encajar varios rostros de un puzle en un taller de memoria. Al terminar, la felicitan.

La pequeña Alma, para alegría de Arturo, llega al centro de día en otro grupito. Lo hace por el patio que conecta ambos espacios. "Aquí todo o mundo sabe quen é Alma e quen é Arturo", anuncia la directora de la escuela infantil. No hay poder más grande que el de una mirada. Arturo, que tiene un deterioro cognitivo, se transforma cuando al otro lado del cristal está la niña. Los ojos de Arturo son el espejo del Alma, de su nieta. 


Así empezó el contacto


"Alma foi un punto súper importante o curso pasado. Primeiro para o seu avó, que ten un deterioro cognitivo. É aparecer ela e Arturo esperta, abre os ollos e interacciona. E para a nena? O simple feito de pensar que ten ao avó ao lado, que lle falan del...", explica la directora de la escuela infantil.

Uno de los primeros proyectos del Centro Interxeneracional de A Farixa fue "O avó de Alma". "Foi un traballo da aula. Aos nenos explicábamoslle que íamos visitar ao avó de Alma. Logramos que o grupo, pouco a pouco, fose coñecendo o que había ao outro lado do edificio. A través de referencias propias, como a de Alma", anota Belén Pérez. Ahora, todos tienen "abuelos" en el centro. 

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