ChemSex: un problema de salud pública

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photo_camera La práctica de este fenómeno se ha convertido en uno de los grandes problemas de salud entre los jóvenes.
El ChemSex es un fenómeno que ha crecido en las dos últimas décadas y que se está convirtiendo en un problema de salud pública a nivel mundial

De una forma sencilla y sistemática, las adicciones pueden ser clasificarse en dos grandes grupos: 

i) las químicas, aquellas que están asociadas al uso abusivo de sustancias tales como la heroína, la cocaína, el alcohol, la metanfetamina…

ii) las comportamentales, aquellas que se relacionan con una conducta reiterada y problemática, como el juego, las compras, la vigorexia, el sexo, etc. 

Sin embargo, esto no quiere decir que en ocasiones no se presenten juntas. Por el contrario, es muy habitual que las adicciones se den de forma conjunta. Una de estas múltiples manifestaciones, hace alusión al uso combinado de drogas y sexo, práctica conocida como "chemsex", acrónimo derivado de los vocablos ingleses “chemical” y "sex"; si bien, en nuestro país, puede conocérsele con otros apelativos tales como "party and play", "sesión", "morbo y vicio", "slam", "high&horny", etc.

Es conocido que el uso de drogas ha estado relacionado con la práctica de relaciones sexuales desde antiguo, por citar algún ejemplo en la Grecia y Roma clásica ya se utilizaba alcohol u otras drogas antes de practicar sexo. Sin embargo, el ChemSex es un fenómeno que ha experimentado un crecimiento muy significativo en las dos últimas décadas y se está convirtiendo en un problema de salud pública a nivel mundial, especialmente en las grandes urbes, donde se ha documentado un incremento significativo de las infecciones de transmisión sexual (ITS), las muertes por sobredosis y otras complicaciones médicas asociadas a estas prácticas. Su creciente expansión se ve facilitada por las nuevas tecnologías y, de modo particular, por aplicaciones de flirteo como Grindr, Tiender, Brenda o GirlsDate. 

Algunos investigadores sitúan el origen del ChemSex a principios de este siglo, en Reino Unido y Países Bajos, desde donde se fue extendiendo al resto de Europa, principalmente a las grandes urbes como Londres, Amsterdam, París, Madrid o Barcelona.

El ChemSex puede ser definido como la práctica de relaciones sexuales combinada con el uso de drogas, no prescritas médicamente, con el supuesto propósito de facilitar, potenciar o prolongar el encuentro sexual, en sesiones de larga duración que, en ocasiones, pueden prologarse hasta más de dos días-, en las que participa uno o múltiples compañeros sexuales.  

Entre las drogas que más habitualmente se utilizan destacan la mefedrona (mefe), la metanfetamina cristalizada (Tina o T2), el ácido gamma-hidroxibutírico (GHB), la y-butirolactona (GBL) el MDMA (éxtasis), los poppers o medicamentos como el Tadalafil y sildenafil (estos últimos, fármacos utilizados para tratar la disfunción eréctil). Si bien, pueden ser utilizadas otras drogas como la cocaína, la ketamina, el speed o la dietilamida del ácido lisérgico (LSD); siendo muy habitual su uso combinado a modo de cóctel o mezcladas con alcohol. En general, se trata de la combinación de drogas recreativas con sustancias que potencian y/o facilitan el acto sexual.

Desde el punto de vista epidemiológico, la práctica del ChemSex parece ser más prevalente entre los varones de 20 y los 45 años, lo que no excluye la participación de chicos y chicas de menor edad. Además, se ha relacionado especialmente al colectivo LGTBI, principalmente entre hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), aunque también es practicado en el marco de relaciones heterosexuales. 

Durante las sesiones de ChemSex el consumo de sustancias es altamente frecuente y su vía de administración puede ser oral, inhalada, fumada, rectal, intramuscular e incluso intravenosa. Esta última práctica es conocida como slamming o slam y está especialmente asociada con el riesgo de contraer infecciones por vía parenteral, al compartir cualquiera de los implementos utilizados para inyectarse la droga, pero también porque se incrementa el riesgo de ITS, al descuidarse las medidas profilácticas, como consecuencia del efecto estimulante y desinhibidor de éstas, lo que puede derivar en una mayor disposición a asumir riesgos.

El ChemSex, es un importante problema de salud pública, no solo por su creciente prevalencia, sino también por sus características intrínsecas; pues se combinan drogas y prácticas sexuales de riesgo en las que muy habitualmente no se utilizan métodos profilácticos y en las que es sabido que participan individuos que tienen o han tenido ITS, motivo por el que muchas acaban contrayendo la infección por VIH, hepatitis C, sífilis, gonorrea… Pero además, el consumo de drogas, habitualmente combinado, no solo incrementa el riesgo de ITS u otras patógenos asociados al consumo de drogas, sino también los abusos sexuales o las violaciones.

Por otra parte, no podemos olvidar que un porcentaje significativo de los que practican ChemSex acaban convirtiéndose en adictos, por lo que a los problemas asociados a la vía sexual o al propio consumo de drogas, se añaden otras consecuencias sociales en forma de problemas económicos, laborales o académicos, familiares y legales.

Ante esta nueva y peligrosa práctica, se requiere una reacción rápida y eficaz, que enfoque el problema desde una perspectiva amplia, global e integradora, que tenga en cuenta la multicausalidad y complejidad del ChemSex. Pero no debemos pensar que es un problema que compete únicamente a las instituciones sanitarias, pues se trata de algo que nos atañe a todos los miembros de la sociedad, por lo que debemos implicarnos activamente, cuando sea necesario, en el tratamiento y la prevención, y en el que las principales instituciones educativas -la familia, la escuela y los medios de comunicación- tienen un rol capital.

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