papeles del rock

De Chicago a Ourense: blues y sólo blues

El bluesman es ese espíritu errante que viaja cada día de ciudad en ciudad tan solo con una guitarra y una maleta.
photo_camera El bluesman es ese espíritu errante que viaja cada día de ciudad en ciudad tan solo con una guitarra y una maleta.
Miguel Talavera se ha convertido ya en una institución, casi podría decirse que en una leyenda, en el ambiente blues de Barcelona 

Los más aficionados a la madre de todas las músicas, el blues, están indudablemente de enhorabuena en la ciudad. Si hace dos semanas se disfrutaba del magnífico espectáculo que nos brindaron Javier Vargas con su blues band acompañado de la no menos excelente banda de Raimundo Amador en una inolvidable noche de flamenco y blues, en esta semana se ha celebrado teniendo como marco el Teatro Principal, una nueva edición del Festival de Blues de Ourense. 

Más adelante iremos con alguno de los datos de esta edición, pero con motivo de este evento, del que sinceramente creo que toda la ciudad debe sentirse orgullosa, no me resisto a llenar estos Papeles de Rock de esta semana de aromas, sabores, sensaciones, caricias y emociones que emanan de la que una vez más, repito, es la madre de todas las músicas: el blues. 

Desde los lejanos, calurosos y secos campos de algodón del sur de los Estados Unidos, como un eco de aquellos cantos ancestrales del África negra de donde procedía toda la población negra que fue llevada en régimen de esclavitud a las plantaciones de los propietarios agrícolas americanos, una cadencia, un feeeling, una forma de entender la música y la vida, una forma de anestesiar la dureza de sus condiciones de vida, también de disfrutar de sus momentos en comunidad, hasta de disfrutar del sexo, tomó forma en el blues, la forma de música más visceral, más ancestral, también - ¿por qué no? – más espiritual y más carnal que ha existido en la música contemporánea. 

La figura del bluesman, ese espíritu errante que viaja cada día de ciudad en ciudad tan solo con una guitarra y una maleta, que nunca sabe donde dormirá cada noche, aunque sabe que si todo se da más o menos bien, se acostará con alguna mujer, que en la sórdida taberna o el humeante club en el que toque esa noche, se dejará trozos de corazón, llorará por dentro mientras suda por fuera, y olvidará durante hora y media desengaños amorosos, quien sabe si algunos años de cárcel, una vida condenada a la semi-esclavitud de la que huyó ya ni recuerda cuando y deseará estar en el cruce de caminos esperando encontrar lo que encontró Robert Johnson. Y por supuesto, la de la blueswoman, esa mujer que sobrevive a la pobreza, al desamor, al racismo y que se llena de vida cantando blues… todo un lenguaje, una filosofía de vida que cuando llegó en forma de discos y de programas de radio a la Inglaterra de finales de los 50, conectó con una generación de jóvenes que buscaban una forma de expresarse, una forma de rebelarse contra un orden y un sistema que consideraban caduco, viejo, aburrido… que quizá no sabían lo que querían, pero desde luego, sabían lo que no querían. 

El blues abrió sus mentes, sus corazones y sus instintos y se lanzaron a amplificarlo, a electrificarlo, a dotarle de la energía del rock´n´roll y a ello se aplicaron con una fe casi religiosa músicos como Brian Jones, Eric Clapton, Jeff Beck, John Mayall, Peter Green, Jimmy Page, Keith Richards, Alvin Lee, Steve Winwood, Mick Jagger… el resto de la historia la conocen ¿verdad? 

Con momentos de mayor o menor popularidad, de más o menos presencia en los medios, fusionado, mestizado, revisitado o readaptado, el blues es esa suerte de útero materno musical al que de una o de otra forma, siempre se vuelve. Y es un lenguaje y un sonido que curiosamente – o tal vez no- está íntimamente unido a la personalidad de grupos que en la actualidad están en la lanzadera para tomar el relevo de los grandes del rock dentro de unos años y que han hecho suyo el blues como su combustible vital de la misma manera que hace más de 50 años lo hicieron los Rolling Stones, The Yardbirds, Cream, Traffic, Free, Ten Years After o Led Zeppelin. 

 A los lectores habituales de estos Papeles de Rock seguro que les resultan familiares nombres como los de Tyler Bryant & The Shakedown, Beth Hart, Joe Bonamassa, Blackberry Smoke, Dirty Honey o Bourbon House, que han hecho del blues su seña de identidad más irrenunciable.  En este fin de semana hemos tenido la suerte de poder disfrutar en la ciudad de los conciertos, dentro del Festival de Blues del Teatro Principal, de Saron Crenshaw con su banda, Miguel Talavera & Blues Latin Experience y de la Vanessa Collier Band. Sin ser nombres de primerísima línea, lo cierto es que de su trayectoria y su currículum es fácil deducir que su presencia en este cartel indudablemente le han proporcionado a esta edición del festival un marchamo de calidad que entiendo le han hecho escalar posiciones de privilegio en la escena estatal de los festivales de blues. 

Baste señalar algunos datos que me parecen relevantes: Saron Crenshaw es acompañante habitual tanto en directo como en estudio de artistas de la categoría de Jessie James Bobby Rush, Lee Fields o el mismísimo Robert Cray, por citar tan solo alguno de los más conocidos. Seguidor casi religioso de su gurú B.B.King, se caracteriza por actuar siempre con una guitarra Gibson modelo “Lucille”, réplica de la original de su maestro y que esta autografiada por el propio B.B.King.  


Miguel Talavera es ya una institución, casi podría decirse una leyenda, en el ambiente blues de Barcelona 


Guitarrista, compositor y cantante de una más que contrastada calidad, ha trabajado tanto en estudio como en directo con Raimundo Amador, Joan Manuel Serrat, Quico Pí de la Serra -¡inolvidable el maravilloso programa de blues que hacía Pí de la Serra en Catalunya Radio- Juan Perro o Steve Early. Su fusión del blues con sabores como el del son cubano, la samba brasileña, el flamenco-jazz y el rock le ha convertido en uno de los músicos más vanguardistas y respetados del momento. 

En cuanto a Vanessa Collier, además de su actividad como compositora, vocalista, guitarrista y saxofonista, ha sido durante años una reputada y prestigiosa profesora de música en escuelas de Pennsylvania, Delaware y Maryland. Su álbum de 2018, "Honey Up", ha permanecido durante nueve semanas en el primer puesto de la lista de álbumes de Blues de la biblia de la industria musical en los Estados Unidos, Billboard. Y el pasado 9 de mayo de 2019 ha vuelto a ser nominada por segundo año consecutivo, “Mejor artista femenina de Blues Contemporáneo” y “Mejor Saxofonista del año” en los premios BMA.

Una iniciativa que debe cuidarse, estimularse y fomentarse tanto desde los poderes públicos como desde la iniciativa privada. 

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