Opinión

Con la misma ilusión

Cuando arranca un nuevo curso, el mío en particular, se vuelve a nutrir de datos, estadísticas y curiosidades que hacen que  este entrañable fútbol provinicial no decaiga, aunque muchas voces discordantes se empeñarán en desacreditar la ilusión de muchos aficionados, jugadores y directivos.

Será tal vez que mis oidos no acaban de entender esa frase conformista 'éche o que hai', cuando habría que ser más optimista y no entregarnos al desconsuelo a las primeras de cambio.

El fútbol es parte de la cultura deportiva de los pueblos y en cada rincón de la geografía ourensana muchos lamentarán que ya no cuentan con su equipo representante. En este verano han bajado  la persiana el histórico Ribadavia, en cuyo campo de O Xestal llegó a jugarse un partido de Segunda B entre el Club Deportivo Ourense y el Salamanca.

Tampoco estará el Ribeiro, cuyo exiguo periplo por la Preferente se acabó conviertiendo en su fecha de caducidad de la cual se aprovechó un Cortegada experto en mil naufragios.

Lo cierto es que estas dos entidades le buscaron la vuelta a sus desdichas, se unieron para dar vida a una nueva etapa marcada desde la base, la fuente de la cual podrán beber muy pronto un posible equipo aficionado.

Pero el deporte del balonpié sigue teniendo adictos a los que  cada domingo sigue siendo la excusa perfecta para encontrarse con amigos, compartir un trago y de paso animar a ese equipo que, en muchos casos y en otras épocas, los tuvieron de protagonistas defendiendo sus colores.

En los últimos días mi whatsapp no paró de sonar, pero no sólo para comunicarme los últimos fichajes de los distintos clubes de la Primera Galicia sino además llegando a pedirme esesoramiento en busca de esas demarcaciones que aún quedan cojas en la plantilla, como si fuese un intermediario de jugadores (sic).

Cada día me estremece más el fútbol provincial y más distante observo el millonario mundo de un fútbol lucrativo cuyas estrellas están tan lejos como las del firmamento.

Con los pies sobre la tierra, los verdaderos jugadores son los que  nos regalan emoción, pasión y hasta alguna lágrima que rueda como el balón por la mejilla y se deposita en algunos campos de tierra que, al fin y al cabo, fueron el terreno que dio impulso al fútbol. Ya han pasado 27 años desde mi peregrinar por el fútbol ourensano. ¿Cómo pasa el tiempo, pero siempre con una sonrisa.

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