Opinión

Consultas para el diálogo

Gracias a los tres grandes estrategas que perdieron fuerza y apoyo en las elecciones generales del pasado 10-N. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, los escenarios posibles que se plantean para el desbloqueo de la investidura del ganador de las elecciones son tres: la abstención patriótica del PP, el voto favorable de Ciudadanos y la coalición de PSOE-UP con abstención de ERC.  

Los ciudadanos en lugar de hablar más claro como pedía Pedro Sánchez, convencido de que aumentaría significativamente sus escaños en lugar de perder tres, han dicho que el tablero sobre el que hay que jugar la partida es el de la coalición de izquierdas, ya apuntada en las elecciones anteriores y a la que tanto Iglesias como el líder del PSOE hicieron oídos sordos. Tanto en una circunstancia como en otra los votantes de izquierdas apostaban por que se avanzara en la fórmula inédita de un gobierno del PSOE con Unidas Podemos. Sánchez trató de dilatar esa posibilidad pero las urnas han sido nuevamente inapelables, hasta el punto de que los escenarios pasados son los actuales, descartados por supuesto los intentos de alcanzar una gran coalición, posibilidad de la que reniegan los llamados a hacerla posible, salvo Ciudadanos que ve en ella la única manera de salvar los pocos muebles con los que se ha quedado.   

En efecto, todo lo que pase en cuanto a la investidura primero, y a las dificultades para garantizar la gobernabilidad después, es lo que estaba escrito. La coalición de PSOE y UP necesitaba y necesita de la abstención de ERC –que va acompañada de la coda de EH Bildu- para que el gobierno eche a andar, porque el otro escenario posible, el de la repetición de elecciones, sería un fracaso político imperdonable.

En estas circunstancias los tres partidos que se la juegan han decidido consultar a sus militantes por su aceptación o acercamiento al pacto.  En el caso del PSOE y UP las direcciones están convencidas de que la propuesta de formar un gobierno progresista saldrá adelante sin mayores problemas. El tercer invitado, ERC, también ha decidido consultar si votan en contra de Sánchez si no se compromete a dar pasos para el establecimiento de una mesa de negociación sobre lo que ellos llaman el conflicto catalán. En este caso la consulta no es vinculante y la decisión quedaría en manos de la dirección política de ERC, que sin duda la ha hecho para ganarla, pero con este partido nunca nada está lo suficientemente atado y menos con las perspectivas locales y el enfrentamiento y el ensimismamiento que viven los independentistas catalanes.   

De lo que no hay duda tampoco es que el expediente catalán ha de resolverse mediante el diálogo. Que no basta la aplicación del artículo 155, de la misma forma que los independentistas sensatos saben que tienen que aparcar la declaración unilateral de independencia por falta de base social y que han de trabajar para conseguirla. E incluso así la secesión es un desiderátum inalcanzable, que la mesa de diálogo político, por supuesto sin un relator internacional, es un medio para avanzar en las soluciones políticas, en las que todos tienen que ceder, con el límite por arriba mencionado. ERC también sabe que un gobierno de coalición PSOE-UP es la única forma de afrontar políticamente la situación de Cataluña.

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