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La expansión de la ciudad cambia de dirección: de viento del este a viento del norte

Panorámica aérea de A Ponte, con la zona de la estación del ferrocarril y Mariñamansa, en primer plano, y A Farixa, al fondo, con solares con poco futuro.
photo_camera Panorámica aérea de A Ponte, con la zona de la estación del ferrocarril y Mariñamansa, en primer plano, y A Farixa, al fondo, con solares con poco futuro.
La caída del plan de urbanismo del 2003 y la falta de alternativas ha paralizado importantes inversiones en la zona de Mariñamansa y A Farixa. A cambio, el auge de las comunicaciones empuja la zona de A Ponte. El norte gana al este

Esta semana una agencia inmobiliaria de A Ponte firmaba varios contratos de alquiler para trabajadores de las constructoras que trabajan en el AVE, sobre todo en la estación. "De ahí a creer que A Ponte va a pasar por una burbuja inmobiliaria hay un abismo", explica una portavoz de la oficina. Es pronto para saber si hay despegue en el barrio gracias a las inversiones públicas, pero la tendencia va por ahí. 

En Mariñamansa el dueño de una zapatería hace de su encogimiento de hombros su discurso cuando se le pregunta qué pasó en el barrio. "Yo también creí que esta zona iría a más", confiesa. Luego entra en derivadas de crisis que poco o nada tienen que ver con el barrio en el que tiene el negocio. El plan de urbanismo del 2003, tumbado por la Justicia, daba a la zona este de la ciudad mucho protagonismo, sobre todo en materia de equipamientos. 

El Corte Inglés había planificado una inversión de 48 millones de euros en su solar de Mariñamansa para hacer un centro comercial con 24.000 metros cuadrados edificables. El equipamiento se incluía en un lote de inversión privada de 420 millones de euros en la urbanización, construcción de viviendas, zonas verdes y otras dotaciones públicas. La zona sigue siendo un prado. Ni urbanización ni gran pulmón o parque público como algunos partidos proponían.

En A Farixa Eroski se topó con el mismo problema urbanístico, pero también con la voraz crisis que arrancó en el 2008. Tiene sus obras paradas desde el año 2011, con lo cual se frenó un centro comercial, 575 viviendas, hotel, equipamientos de oficina, un centro cultural y 30.000 metros cuadrados de zona verde. El grupo vasco planificaba invertir 200 millones de euros. Aquello hoy es un erial.

La iniciativa pública hizo en parte sus deberes. El Complexo Hospitalario ha acometido en los últimos años sucesivas ampliaciones, pero el flujo de comunicación es deficiente, limitada a Ramón  Puga y Barrocás. En las inmediaciones había importantes bolsas de suelo edificable que también espera tiempos mejores y redes de comunicación que harían más permeable la conexión con otras zonas urbanas. Pero el viento del este de la ciudad amainó y faltó empuje en las velas.


Al otro extremo


Sopla viento favorable en el norte de la ciudad. En la orilla derecha del Miño vive casi un tercio de la población del casco urbano y las inversiones públicas y privadas pueden darle un impulso. Ha perdido el debate la estación ferroviaria por las dobleces del discurso político: cuando el PP gobernó era el PSOE quien cuestionaba el proyecto de estación y el modelo de integración ferroviaria. Ahora aquéllos fueron a la oposición y éstos gobiernan e intercambiaron sus discursos, pero ya nadie da un euro por un cambio de proyecto.

Las obras de la estación de autobuses y el aparcamiento están en marcha, a las que seguirán el resto de actuaciones contempladas en el proyecto del AVE. El futuro tren debería incrementar el tráfico de personas y facilitar el despertar inmobiliario de la zona, "porque ahora los precios de venta se corrigen a la baja porque no hay demanda", aclaran en la inmobiliaria pontina.

Locales de hostelería o comercio y nuevas inversiones en establecimientos hoteleros están en la mente de algunos empresarios del sector, remisos por el momento a dar más detalles.

O Pino y Quintela de Canedo están jugando sus bazas comerciales. A la zona siguen llegando tiendas de mediano o gran formato —caso de Leroy Merlin— y el suelo se está encareciendo. La proximidad de la zona termal mantiene a la expectativa algunos proyectos que duermen en el cajón por falta de encaje urbanístico.

Desde el punto de vista público, la variante norte articulará la conexión de Eirasvedras con la zona de Covadonga, pero el atasco político no ayuda, pese a que el delegado del Gobierno en Galicia garantizó la licitación del proyecto antes de final de año. La Xunta confía que las actuaciones ligadas al ecobarrio serán vitales.  

Aún así, gran parte de las inversiones pontinas alimentan el argumento del cuento de la lechera, sobre todo cuando ni siquiera se han modernizado las instalaciones termales existentes o se han reconstruido las termas de A Chavasqueira, pasto de las llamas en abril de este año y sin fecha de apertura. Efectos directos de promesas políticas. 

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