análisis

¿De nuevo otra crisis?

Algunos indicadores económicos hablan de una evidente ralentización de la actividad.
photo_camera Algunos indicadores económicos hablan de una evidente ralentización de la actividad.
Los cambios se siguen produciendo a gran velocidad y los acontecimientos, los datos recientes nos sitúan ante otra duda: ¿estamos de nuevo ante una desaceleración? ¿Qué hemos aprendido? Una crisis aquí y nosotros con estos pelos. 

Hay señales de alarma, la situación de crisis que conocimos hace tan solo diez años y que nos llevó a dar al traste con toda la bonanza y crecimiento posterior a la transición, asoma de nuevo. Esta vez hay algo bueno: ya la conocemos. Esta vez no nos toma desprevenidos, las instituciones se han fortalecido ante estos escenarios complejos. 

Parece que hablamos de una desaceleración, no de una recesión. Desde el episodio del crash mundial por la quiebra de Lehman Brothers del 2008 cuando su caída provocó un efecto dominó en la economía mundial, los signos positivos y el crecimiento del consumo se han notado en las vidas cotidianas. Aumentó la demanda, hubo una cierta alegría en el empleo. Las empresas españolas han aumentado exportaciones y China en este tiempo parece haber capitalizado ese crecimiento convertida en una especie de locomotora mundial. 

Pero las cosas no ocurren sin una consecuencia, y el que una buena parte de la producción se haya trasladado a China, ha ocasionado que otros países hayan visto mermada su producción. Por mucho que el PIB del país asiático haya aumentado en 6,3 por ciento en el primer semestre, China estornuda y el mundo se resfría. Que dicho crecimiento haya sido 0,5% menos que en las últimas tres décadas no ocurre sin que el constipado sea general. 

Del otro lado del mundo, el presidente de los Estados Unidos no parece dispuesto a que dicho crecimiento ocurra a expensas de la economía norteamericana. El mandatario ha hecho una convocatoria masiva a sus industrias para que vuelvan a producir en su propia nación dejando todo el movimiento comercial con ese mercado en el aire. 


Efectos en cascada


Las crisis no son más que efectos en cascada: si yo no vendo, no puedo producir más, si no produzco no hay trabajo y si no hay trabajo, no hay poder adquisitivo y por lo tanto, tampoco compra. Se vende menos y entramos en espiral. 

La situación europea no ayuda precisamente, la gran propulsora de su economía que es Alemania está resentida con un descenso entre el 6 y el 8% en la producción de sus grandes sectores del textil y automotor. A mayores, por el famoso efecto espiral, se verán afectados el ocio y la hostelería. No podemos olvidar que España se nutre en un alto porcentaje del turismo alemán y nada más y nada menos que del inglés, con el Brexit y Thomas Cook incluidos. 

España añade enteros a la situación. Las tensiones políticas internas han terminado por parar la tesorería nacional.  Las autonomías están trabajando bajo mínimos y al no tener ingresos se han producido importantes impagos a pequeñas, medianas empresas y autónomos que amenazan con hacer cerrar numerosas unidades productivas. 


Cambio en el modelo


Mucho tiene que ver toda esta situación con la época de tremendos cambios que estamos experimentando. Todo el proceso de automatización y de acelerado cambio en productos y servicios está cambiando el paradigma de la propiedad por el del uso. Puede que más que una desaceleración, se trate de un fuerte proceso de reajuste estructural.

La llegada del 5G está en el meollo de la gran disputa, como se vio con la crisis de Huawei. Y este no es un tema de smartphones más o menos potentes. Va infinitamente más allá, con el 5G la velocidad de procesamiento será tan grande que el proceso de automatización será planetario. Una fábrica se podrá manejar de un extremo al otro del planeta. 

El momento requiere de estar muy despiertos y atentos a los cambios y las nuevas formas del trabajo y la productividad. El reajuste traerá un cambio estructural para el que debemos estar preparados. No queda más remedio que subirse al carro de la innovación. Es un tiempo en el que lo único constante es el cambio.  

Aquello de "piensa globalmente, actúa localmente" nos llevará a centrar la atención en nuestras propias comunidades. La economía y los nuevos modelos de negocio tienen mucho que decir ante la nueva situación. Hay que actuar y rápido, prepararse para cuando llegue la ola que se anuncia menos fuerte que la una década atrás. Eso sí, ¡que no nos pille con estos pelos! 

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